Crecimiento económico y desarrollo en Honduras

De cara a ese contexto, la autoridad monetaria recientemente compartió en un boletín de prensa los indicadores macroeconómicos desde una perspectiva positiva.

  • Actualizado: 23 de octubre de 2025 a las 23:41 -

Hace décadas, el discurso oficial celebra con vanagloria el crecimiento económico exhibiendo el aumento del Producto Interno Bruto (PIB) como uno de los mayores logros. Asimismo, lo convierte en estandarte ante los organismos financieros internacionales. Sin embargo, premisas desde las teorías del Desarrollo Humano Sostenible sustentan que el crecimiento es una condición necesaria pero no determinante para dicho desarrollo. En este sentido, para la mayoría de los hondureños escuchar hablar de crecimiento económico no es significativo, dado que es una cifra engañosa, pues persisten altos porcentajes de pobreza, desigualdad y exclusión.

Datos del Banco Central de Honduras (BCH) revelan que entre el año 1950 al 2024 el PIB real tuvo una trayectoria en promedio del 3.7%, denotando un débil crecimiento, estructuralmente regresivo, generando estancamiento en el Desarrollo Humano Sostenible (DHS) .

Pese a que los niveles de pobreza se han reducido del 73.6% en el año 2021 al 62.9% en 2024, esta sigue siendo alta y Honduras continúa catalogado como el cuarto país más pobre de Latinoamérica; asimismo, ostenta altos niveles de desigualdad con un coeficiente Gini de 0.483, que lo coloca en el quinto lugar.

¿Pero a qué se deben estas contradicciones?

En primera instancia, el modelo económico que se ha implementado en el país en más de setenta años ha sido extractivo, insuficiente y altamente concentrador, agudizado por la adopción de un modelo de libre mercado y privatizador a partir de la década de los noventa, que tampoco ha podido armonizar el crecimiento con el desarrollo, acentuando mayores niveles de dependencia en motores de progreso limitados e inciertos como las remesas y el financiamiento.

Actualmente, el PIB del país se sustenta en más del 25% por los flujos monetarios que envían compatriotas expulsados del país ante falta de oportunidades, y pese a que es la primera fuente de generación de divisas es un factor externo volátil. A su vez, el debilitamiento del aparato productivo del país ha generado mayores niveles de dependencia comercial, creando un déficit entre exportaciones e importaciones.

El tema de la deuda pública también figura entre el abanico de factores que estancan el Desarrollo Humano Sostenible, ante el déficit fiscal los Gobiernos recurren al financiamiento interno y externo, y aunque la actual administración ha logrado reducir la relación PIB/Deuda Pública en más de 5% en los últimos cuatro años, los desafíos son significativos, ya que el pago del servicio de la deuda estructural compromete recursos que pueden potenciar el crecimiento económico y el desarrollo. A esto se suma la limitada gobernanza dado altos niveles de corrupción y cultura política, posicionando a Honduras en la cola de los cuatro países con mayor corrupción, con una valoración según el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) de 22 de 100.

De cara a ese contexto, la autoridad monetaria recientemente compartió en un boletín de prensa los indicadores macroeconómicos desde una perspectiva positiva, pero con cautela, destacando el crecimiento económico sostenido del 3.5%, control de la inflación dentro de los parámetros establecidos, mejoramiento de las Reservas Internacionales Netas (RIN) derivado del incremento de exportaciones, remesas y transferencias, estabilidad en el mercado cambiario, entre otros, pero sobre todo avalado por el FMI, lo cual es otro logro significativo para el Gobierno.

De igual forma identifica los desafíos de carácter externo que inciden en el desempeño de la economía hondureña, tales como implementación de políticas migratorias duras, aplicación de aranceles, así como la demanda externa, reconociendo que en cierta medida seguimos siendo una economía dependiente. Sin embargo, más allá de las estadísticas se percibe la tensión estructural propia de la economía política; por un lado, tenemos un Gobierno que busca “refundar” el país, desafiando el poder, la concentración y distribución de la riqueza mediante propuestas de carácter social, por el otro, una oposición que no acepta propuestas de carácter progresistas y las cuales catalogan como comunistas.

En medio de esa pugna se encuentran los ciudadanos, que quizá entiendan poco sobre crecimiento económico, pero que aguardan por un desarrollo inclusivo que mejore condiciones de vida, donde la prueba irrebatible de desarrollo no será el crecimiento del PIB, sino el mejoramiento de la capacidad del Estado para sostener su soberanía económica, por lo que las reformas al actual modelo son necesarias apostando al fortalecimiento del engranaje económico local.

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