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Control en adquisiciones

  • 26 diciembre 2021 /
José Azcona

Para mejorar los procesos de adquisiciones públicas hay varias herramientas útiles. La primera es la escala. El Estado es el mayor comprador a nivel nacional de una enorme gama de productos, dándole un enorme poder de negociación.

Una empresa privada desplegaría ese poder de manera contundente (y vemos el ejemplo en otros Estados) para obtener precios y condiciones mucho mejores que las del mercado. El beneficio de dar el negocio se debe pagar de esta forma y no con agradecimiento (en cualquiera de sus manifestaciones) a las personas que manejan la compra.

La escala además permite la eliminación de intermediarios, cuyo arte muchas veces consiste únicamente en saber navegar estos procesos con buen suceso.

La tecnología permite eliminar en gran medida el efecto de la complejidad.

Las empresas (y órganos estatales en otros países) desarrollan sistemas electrónicos cada vez más complejos y eficientes en línea para manejar inventarios, licitaciones de entrega puntual o continua, precios, órdenes de compra y otros. Es posible integrar de esta forma los extremos A y B al generar una plataforma única centralizada que permita generar la demanda y manejo de inventario a nivel B, y las negociaciones y procesos a nivel A.

La transparencia ayuda a poder auditar un sistema tan complejo y a que quienes lo operan no estén en un vacío. Que la plataforma sea completamente pública permite que todos podamos participar en ayudar a cuidar la eficiencia de estas transacciones. Además, permite que las personas puedan hacer análisis o dar su opinión o sugerencia de una manera más informada sobre la calidad de los diferentes elementos del sistema.

Los costos pagados en ineficiencia, desperdicio y corrupción son mucho mayores que los de cualquier solución tecnológica.