20/04/2024
01:09 AM

Canastos de soberbia

Francisco Gómez Villela

Existen personas que tienen un desagradable defecto de personalidad. Es una forma de ser muy particular, innato en ellas. Son las que muestran un genuino desdén por los demás.

Algunos de ellos tienen verdaderos méritos personales. Algunos son famosos. Algunos son potentados. Otros no tienen de qué presumir. Pero el caso es el mismo.

Una persona que se considera mejor que los demás y lo demuestra sin piedad. Llevan a cuestas todos los días el peso de ser soberbias. La nueva normalidad tiene a una buena parte del planeta desconcertado. Actitudes que antes se consideraban de baja catadura hoy son cotidianas, aceptadas y hasta celebradas.

Tal vez se trate de la nueva impronta en los seres humanos. Fríos, calculadores, seguidores de tendencias alocadas, con un acentuado sentido del disfrute como propósito de vida y un marcado desdén a lo convencional. Pero lo que esta difícil de comprender es la actitud de líderes actuales de edad intermedia que actúan con denotada soberbia en momentos cuando lo lógico es la conciliación y el diálogo.

Nunca la soberbia ha sido buena consejera. El ambiente que la rodea nunca será de armonía o respeto. Para el soberbio su opinión es ley y no permite alternativas.

Esta situación es peligrosa cuando además se combina con poder. Soberbia y poder lo único que engendran es resentimiento, odio y peligro. Hay muchos ejemplos de líderes soberbios a lo largo de la historia. Algunos de ellos sometieron al planeta a épocas oscuras de horror. Personajes que afectaron tantas vidas y que crearon caos, muerte y devastación cuando por la necedad de sostener una posición tomaron decisiones equivocadas.

Es deprimente ver estos espectáculos, especialmente en la política de nuestro país. La situación actual no esta para estos juegos de poder. Se requiere de líderes que ya dejen atrás el ego y se muestren como lo que se espera de ellos. Las desavenencias a ese nivel son aceptables pero tienen un límite establecido. Los insultos y denigraciones mediáticas son innecesarias cuando sabemos que después se darán abrazos hipócritas y harán como si nada ha pasado. No pueden vender violencia.

Se necesitan líderes políticos que sepan guardar la compostura. Se supone son figuras públicas del más alto nivel. Deben dar una imagen de cultura.

La humildad debe ser su vitrina. La modestia su virtud. La prudencia su consejera. Su actitud de servicio debe ser marca de nacimiento.

No pueden manchar su ejecutoria con acciones y actitudes de impropias de su investidura. Los canastos se dejan en casa.