Asfura, quien es el presidente electo según el Consejo Nacional Electoral a pesar de las denuncias de irregularidades que ponen en duda el proceso electoral, seguramente se posesionará el 27 de enero de 2026. Durante su campaña arremetió contra China, Venezuela y Nicaragua. Amenazó con romper relaciones con esos países, a los que calificó de dictaduras antidemocráticas. Pero una vez electo, la situación es otra y la promesa de romper relaciones con China pudiera ser que no resulte producente.
Ahora que Asfura ha recibido la bendición para ser presidente reacciona de manera más cautelosa en respuesta a las preguntas de los periodistas con respecto a las relaciones con la República Popular China. No respondió con la amenaza de la ruptura, sino que planteó una respuesta más coherente, más inteligente y más conveniente a los intereses de Honduras. Ha dicho que no tomará una decisión apresurada y que examinará lo que conviene a Honduras en el actual contexto internacional.
Las relaciones con Taiwán estaban en contradicción con los mandatos de la ONU, que reconoció a la República Popular China como la legítima representante del pueblo chino y proclamó la doctrina de una sola China, que catalogó a Taiwán como una provincia rebelde de China. Este paso fue avalado por el presidente Nixon.
Las relaciones con Taiwán se caracterizaron por estar dirigidas por el chantaje, eran unas relaciones vergonzosas que retrataban a Honduras como un país corrupto al que no le interesaban los amigos, sino la posibilidad de obtener de los taiwaneses grandes cantidades de dólares que no ingresaban en el fisco, sino que se desviaban a cuentas particulares. Lo mismo pasaba en El Salvador, y ahí fueron juzgados varios expresidentes.
Así las cosas, es seguro que Asfura ha meditado con alguna sensatez: China nos presta financiamiento sin las amenazas ni las condiciones indignantes en que lo hace el BID y el Banco Mundial, y tampoco nos impone condiciones políticas porque respeta plenamente las decisiones que corresponden a los hondureños. China ofrece más alternativas, sin chantajes de cooperación, para impulsar nuestra infraestructura, que es la base de un futuro desarrollo nacional hacia la autosuficiencia.
China no nos obligará a un acuerdo de extradición que solo funciona en una sola vía: de Honduras hacia los Estados Unidos, y que, tarde o temprano, podría ser utilizado para vengarse de dirigentes políticos que adversan las políticas norteamericanas. Los Estados Unidos nos amenaza con la espada de Damocles de expulsar a los migrantes y de terminar el permiso temporal para hondureños que fueron a EE UU con motivo del huracán Mitch, si no actuamos como ellos quieren.
Asfura sabe que la relación con China Popular podría convertirse en un paraguas que frene las exigencias norteamericanas y que tal relación le pondrá a disposición importantes flujos de ayuda financiera para ejecutar grandes proyectos en que se sustente el arranque hacia el verdadero progreso nacional con beneficios para todo el pueblo hondureño.
No se pueden comparar los recursos que nos puede ofrecer la República Popular China, importante miembro del Brics y poderosa potencia económica, frente a las posibilidades menores que representa Taiwán.
Algunos sectores se quejan de la invasión de productos chinos en el mercado nacional. Ese fenómeno no solo ocurre en Honduras. En los mismos Estados Unidos, el comercio está saturado de productos fabricados en China, y ese país no puede suspender de improviso ese comercio so pena de enfrentar una severa crisis.
Por otra parte, nuestra industria es incapaz de abastecer las demandas que provee la industria china y si se cerrara la relación con China. Los productores chinos llegarán mediante triangulación y a precios más elevados con menoscabo de la economía de los hondureños.
Bien hará el señor Asfura en pensar seriamente si conviene o no tener relaciones con la República Popular China, ya que las ventajas que ofrece ese país son grandemente favorables para Honduras.
Y no solo deben mantenerse las relaciones con China, sino con Venezuela, país que ahora convertido en el líder de la resistencia latinoamericana, y con Nicaragua, nuestro vecino, y Cuba, atosigada injustamente por el bloqueo. Estos países, aunque Asfura no lo acepte, representan la dignidad latinoamericana y mantener las relaciones con ellos le servirá al nuevo presidente para no dejar que desde fuera le impongan la agenda que no favorece a nuestra legitimidad como nación.