25/04/2024
01:06 AM

Aprovechemos oportunidades

Juan Ramón Martínez

En la década de los 80 del siglo pasado los militares, más que los políticos, entendieron que estábamos en una coyuntura favorable que podíamos aprovechar para impulsar el desarrollo. Álvarez Martínez lo ensayó en una alianza entre empresarios, políticos y agentes sociales para diseñar un proyecto de sociedad productora de riqueza, que distribuyera bienes y servicios para reducir la pobreza. APROH fue una iniciativa que muchos rechazamos porque sospechábamos que estaba envuelta en papel totalitario, por la sospecha ante las propuestas militares y no pocos, por el simple afán de oponerse a todo. Posteriormente, Walter López tomó conciencia que le dimos apoyo a Estados Unidos en contra de Nicaragua a cambio de muy poco. Y debimos haber pactado un acuerdo de asociación a largo plazo con Estados Unidos, de modo que pudiéramos obtener preferencias para llegar a sus mercados, ayuda económica para nuestro desarrollo y segura defensa ante nuestros enemigos, potenciales o reales. Desafortunadamente, lo que se hizo al final fue el ridículo cuando Suazo Córdova, durante la visita de Kissinger, pidió que Honduras firmara un pacto militar como el que EUA tiene con Corea del Sur; o que, nos convirtiéramos en un “estado asociado” como Puerto Rico. Por supuesto, nos opusimos a lo que, además, de ofendernos, no tenía pies ni cabeza. Al extremo que Estados Unidos rechazó las propuestas colonizadoras hechas por los gobernantes colonizados de entonces.

Ahora, la región se vuelve convulsa otra vez. Nicaragua es una amenaza mayor que en la década de los 80. El Salvador tiene una deriva autoritaria que terminará en una dictadura que hará explosión; y volverá inestable y confrontativa la situación. Guatemala es un ejercicio de galimatías mortales en manos de una burguesía sin control emocional. China, Rusia e Irán avanzan y amenazan con descuadrar el escenario centroamericano, vital para Estados Unidos, no solo como generador de problemas, sino que fundamental para la defensa continental cuyo epígono es el Canal de Panamá.

Frente a este nuevo escenario, pese a su peligrosidad, hay oportunidades. Nuestro aliado natural es Estados Unidos. Coquetear con China y hacer comparsa de menesterosos con Cuba, Nicaragua y Venezuela es fatal. Lo correcto es definir los intereses nacionales: defensa de la nación, transformación cultural, potenciación de sus instituciones, apoyo para el desarrollo de un capitalismo de economía social de mercado y la construcción de una sociedad civil que controle al gobierno. Y lo ponga al servicio de los intereses de Honduras. Estos objetivos no son contradictorios con los objetivos de Estados Unidos, con quien estamos jurídicamente comprometidos en virtud de un tratado en que nos obligamos a defender junto a ellos, militarmente, al Canal de Panamá. Por supuesto, tenemos que estar preparados y evitar empezar acciones guerreras en contra de Nicaragua. Más bien, hay que firmar inmediatamente el tratado Ortega—Hernández para evitar que El Salvador pueda aprovechar la coyuntura para doblarnos el brazo.

Los políticos no son pragmáticos. Son románticos e inocentes. Ideologizados e imprudentes. Necesitamos estadistas, no políticos electoreros, indigestos de ideologías con las cuales quieren disimular su indigencia intelectual o “matar” al padre. En esta hora, más que Suazo Córdova, requerimos más el espíritu militar de los 80, que descubrió que la defensa se basaba en su potencial económico, porque la guerra además de ser la política de otras formas, es la economía también de otras maneras.

Ahora hemos debilitado a las Fuerzas Armadas, la clase política no tiene estadistas. La fuerza electoral, el sectarismo y una visión ideológica desenfocada, nos da unos caballos flacos, con los cuales es imposible ganar una competencia en donde lo que será necesario es visión práctica y habilidad negociadora.

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