Las empresas o empleadores pueden jugar un papel importante en impulsar la educación de quienes laboran en ellas, según nuestra experiencia y estudio. La colaboración entre el empleado y la empresa, si se toman algunas consideraciones (algunas de las cuales he podido participar en implementar y visto en la práctica) el ejercicio puede ser muy beneficioso para ambos.
El mayor desafío para la empresa es como poder erogar recursos económicos para la educación que recibirá directamente un particular, y que lo hará más atractivo en el mercado laboral, sin sufrir una posible pérdida. Por tanto, debe haber un mecanismo que obligue al cumplimiento de parte del empleado de las condiciones del contrato.
El empleado puede temer por su estabilidad laboral, siendo reacio a invertir sus ahorros u obtener un préstamo si no tiene certeza de conservar su empleo. Esto este ligado a que por condiciones de liquidez (descontando el riesgo de estabilidad futura), esté limitado en acceder a estos recursos. Recordemos, además, que muchas veces el acceso al financiamiento, o las buenas condiciones para el mismo, son limitadas. Por tanto se requiere el apoyo patronal, enfocado y directo.