05/12/2025
07:53 PM

Año 2025: ¿Misma farsa o despertar ciudadano?

Javier Franco

El 2025 asoma su rostro y, como cada ciclo electoral, amenaza con ser otra farsa monumental. Cerramos 2024 agotados de promesas incumplidas y abrimos un nuevo capítulo que podría convertirse en el año de más cinismo y mediocridad. Pero también podría ser el año en que Honduras cambie el guion.

Los políticos de oficio han perfeccionado el arte de la simulación. Se pasean entre risas huecas y bailes en TikTok, ocultando su falta de ideas. Su habilidad radica en convertir el teatro del absurdo en política nacional: promesas que se desvanecen antes de terminar la frase y discursos vacíos. Pero, ¿y si esta vez fuera diferente?

¿Y si, por primera vez, los seis millones de hondureños habilitados para votar deciden bajarse del tren del circo político? ¿Si la ciudadanía exige debates con sustancia, títulos auténticos y credenciales que valgan algo más que el papel en que están impresas? ¿Si el 2025 dejara de ser el año de la estafa electoral para convertirse en el año donde la verdad y la razón toman las riendas?

El cambio no caerá del cielo. Dependerá de si dejamos de bailar al son de los políticos de oficio y empezamos a buscar respuestas en la innovación y el conocimiento. Más importante aún, dependerá de si apostamos por la educación digital inclusiva, capaz de alcanzar a cada rincón de Honduras. Así podremos reducir la brecha tecnológica que nos rezaga y dar a cada hondureño la oportunidad de liderar el cambio.

Desde esta tribuna, dejo claro que mi pluma no seguirá gastándose en describir la tragicomedia de siempre. Este espacio será un faro para quienes quieran un futuro de progreso, explorando herramientas como la inteligencia artificial, el big data y el emprendimiento digital. Honduras debe abrazar la educación como motor del cambio y brújula hacia el horizonte.

Si el 2025 será recordado, que sea por el día en que los hondureños dijeron “basta”. Basta de mentiras, de promesas huecas, de farsas. Que sea el año en que dejamos atrás a los farsantes y nos convertimos en dueños de nuestro destino. El horizonte está ahí, esperando.