02/04/2025
02:58 PM

Anemia moral

Roger Martínez

No quiero pensar que este sea un “signo de los tiempos”; es decir, una característica de la cultura contemporánea. Preferiría pensar que es una enfermedad ética que padecen solo ciertas personas y que tiene que ver, más bien, con alguna deformación de la conciencia o una deficiente construcción de esta. Porque lo que cada vez resulta más evidente es que hay hoy hombres y mujeres que o no saben distinguir el bien del mal o identifican lo bueno con su particular conveniencia o con el beneficio personal inmediato, aunque a mediano o largo plazo resulte contraproducente. Es como en el caso del ladrón que espera que la posesión de un bien que no le pertenece le resuelva una necesidad inmediata, aunque luego deba pasar vergüenza o acabar en la cárcel. Porque, nos guste o no, todos los actos malos tienen consecuencias malas, así como los buenos, buenas. Todo es cosa de tiempo.

Esta falta de claridad ética se nota, por ejemplo, en la doblez. La falta de integridad lleva a algunos individuos a tener múltiples rostros, a ser poliédricos. En ciertos ambientes asumen ciertas posiciones; en otros, otras. La vida de estas personas transcurre como en un desfile de máscaras. Poseen tal colección de ellas que son capaces de írselas cambiando según sean las circunstancias. Desafortunadamente, como dice el dicho popular, esos refranes que tanto me gustan: bajo el cielo y la tierra no hay nada oculto, o aquel que señala que la mentira tiene piernas cortas, o el similar que reza que es más fácil alcanzar a un mentiroso que a un cojo. Encima, el doble rostro, el hipócrita, termina por perder la confianza de todos; por ser tan amigo de la simulación, cuando caen las máscaras y terminan, él y ellas, por el suelo.

La anemia moral, la falta de principios, de escrúpulos, es una verdadera tragedia. Cuando falta integridad, cuando se perciben las fisuras en la personalidad o la ausencia de carácter, se pierde todo prestigio personal y profesional ante cualquiera que se precie de ser honrado. El que miente por conveniencia es como el que luego de que se le ha confiado un secreto corre a difundirlo y piensa que así se gana la confianza de aquellos a los que se los comunica, sin darse cuenta de que pierde la credibilidad y el respeto tanto ante el que le confió el secreto como ante a quien se lo ha, inmoralmente, revelado.

¡Cómo se nota la ausencia de valores en el moralmente anémico, cómo su enfermedad ética lo vuelve indigno de la amistad, del compañerismo, de la convivencia humana!

La historia de Adriana Sofía, pequeña que lucha contra una enfermedad
Adriana Sofía, una niña de 8 años de Santa Rosa de Copán, enfrenta una batalla contra la anemia aplásica, una grave enfermedad que requiere un trasplante de médula ósea, no disponible en Honduras.
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