Adiós a una generación

Hace pocos días, con la noticia del fallecimiento de la reconocida dama sampedrana, doña Julieta Salem de Kattán

  • 15 de junio de 2025 a las 00:00 -

Hace pocos días, con la noticia del fallecimiento de la reconocida dama sampedrana, doña Julieta Salem de Kattán, no pude más que pensar en que estamos despidiendo a una generación valiosa que contribuyó grandemente al desarrollo socioeconómico de la capital industrial del país.

Tuve oportunidad de conocer a doña Julieta cuando yo era una jovencita. Ella estaba coordinando la entrega de ropa y enseres par bebés, producto de una donación que había gestionado en el exterior, y que debía entregarse en la Guardería Parque Integrado No.2, en el Barrio Cabañas de esta ciudad.

Junto a una de mis hermanas, fui como voluntaria a apoyar esa labor. Había que brindar atención personalizada a cada mamá y que los niños se llevaran la ropa nueva y limpia puesta. Ella supervisaba la labor, procurando que cada persona tuviera un trato respetuoso y digno. Era evidente su satisfacción con la sonrisa de los niños... eso la motivaba a continuar.

Vi en ella a una mujer fuerte, firme, con vocación de servicio, propósitos definidos y sin miedo al qué dirán. Imposible no darse cuenta de su liderazgo. Logró reunir a muchas personas de la sociedad sampedrana, para infundirles ese sentido de responsabilidad por el bienestar de la niñez de la ciudad y de Honduras.

Muchas generaciones han pasado por la Escuela Julieta Salem de Kattán, desde la guardería y educación preescolar, hasta culminar la educación básica. Es posible decir con propiedad, que la obra que ella impulsó dejo una huella valiosa en muchas personas.

Recuerdo también que estuvo al frente del Grupo Ideas, con fines culturales, que organizaba conversatorios sobre literatura y convocaba a concursos de poesía. Era abierta a nuevos proyectos, sin perder de vista su misión de servir.

La despedida a doña Julieta marca también el adiós que estamos dando a una generación de sampedranos que asumieron su rol con un importante sentido de respeto, responsabilidad y comunidad.

Si bien en aquél entonces, cuando iniciaron su labor, él término Responsabilidad Social Empresarial (RSE) aún no era conocido como tal, comprendían que el bienestar debe ser colectivo para avanzar como sociedad.

Estamos despidiendo, poco a poco, a la generación que nació entre 1930 y 1940 y que imprimió un sello imborrable a esta ciudad, algunas veces reconocido, como lo ha sido con doña Julieta.

En momentos donde la polarización se afianza y el odio inunda las conversaciones y espacios, es importante echar un vistazo hacia nuestra historia reciente, en la que encontramos ejemplos de servicio comunitario que atraviesan diferencias sociales.

Es necesario conocer la historia y legado de la generación que se va, sin sesgos, y en un deber inspirarnos en ellos para hacer nuestra parte, con fe en el futuro y trabajando en el presente, con vocación de servicio y con gratitud por el ejemplo.

Te gustó este artículo, compártelo
Últimas Noticias