The New York Times
Por: Remy Tumin/The New York TImes
WOODBURY, Nueva York — Eran las 14:00 horas y hora para que Don Vultaggio, presidente de AriZona Iced Tea, celebrara su comida y junta de consejo diaria de dos horas en su oficina con decoración del suroeste en Long Island, Nueva York. Detrás de él había una pared con docenas de botellas y latas de la gama de productos de la compañía, y un monitor de seguridad que mostraba una transmisión en vivo de su fábrica más grande, en Nueva Jersey.
Ha sido desde aquí que Vultaggio ha pasado las últimas semanas reflexionando sobre lo que ha insistido durante la mayor parte de los 30 años de existencia de su compañía que nunca haría: subir el precio de 99 centavos de dólar de sus tés helados enlatados, el sello de identidad de AriZona desde 1997. El arancel del 50 por ciento impuesto por la Administración Trump a las importaciones de aluminio podría no dejarle otra opción. Si el precio de una lata grande de 650 mililitros de té helado AriZona se hubiera mantenido a la par con la inflación, la compañía la vendería hoy en 1.99 dólares. En lugar de ello, el precio de 99 centavos sigue siendo tan clave de la identidad de la compañía que los números se muestran de manera prominente en la lata.
AriZona utiliza más de 45 millones de kilos de aluminio al año para sus latas, y aproximadamente el 20 por ciento proviene de Canadá. Vultaggio espera que la disputa arancelaria se resuelva, pero si no, afirmó, “en algún momento el consumidor tendrá que pagar el precio”.
“Odio hasta pensarlo”, dijo Vultaggio, de 73 años. La costeabilidad de AriZona se remonta a su infancia en Nueva York, donde su padre administraba una tienda de comestibles A.&P. Recordó que las conversaciones durante la cena se centraban en cuestiones de venta minorista y mano de obra, robos y ganancias.
“Conoce tus costos y véndelo por más”, dijo Vultaggio, recitando uno de los principios empresariales de su padre. “La mayoría de las empresas a la fecha siguen sin entenderlo”.
Precio justo
Vultaggio dijo que ha dirigido su empresa siguiendo tres sencillas reglas: que tenga buen sabor, que tenga buen aspecto y que tenga un precio justo. Pero poner un precio justo no siempre ha sido fácil.
Justo cuando AriZona llegaba al mercado, la Unión Soviética, entonces el principal proveedor de aluminio, sufrió un colapso, lo que sacudió a la industria. AriZona elevó el precio de sus latas por encima de un dólar. Las ventas se vieron inmediatamente impactadas, dijo Vultaggio. A medida que bajaron los precios del aluminio, lanzó la lata alta de 99 centavos en 1997. Para el año 2000, dijo, las ventas habían aumentado 30 por ciento.
AriZona, una empresa privada, vende alrededor de 2 mil millones de latas al año, aproximadamente la mitad de las cuales son las clásicas latas altas, además de botellas de vidrio y galones de variedades de té helado, jugo, bebidas energéticas y café, dijo Vultaggio. Aunque los precios de las latas han permanecido congelados en el tiempo, la compañía dijo que había “ajustado los precios donde fue absolutamente necesario” en sus otros productos.
“Nuestro precio ha subido drásticamente debido a estas negociaciones arancelarias”, dijo Vultaggio, añadiendo que esperaba que los pocos fabricantes nacionales de aluminio subieran sus precios en respuesta a los aranceles.
Por ahora, se aferra a un optimismo cauteloso.
“Sucederá lo que suceda”, dijo Vultaggio. “Podemos encontrar la manera de salir adelante”.
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