The New York Times
Por: Debra Kamin/The New York Times
AUSTIN, Texas — De niño en el este de Texas, Jason Ballard no imaginó que algún día usaría robots para imprimir casas. Estaba ocupado persiguiendo ardillas voladoras en los densos bosques de coníferas. Sintió la llamada de Dios en esos bosques. Pensó que sería predicador.
Pero también le atraían las grandes ideas románticas sobre el espacio y la tierra. Así que obtuvo una licenciatura en biología de la conservación y, fascinado por la construcción sostenible, hizo prácticas de carpintería. También obtuvo una maestría en recursos espaciales para quizás convertirse en astronauta.
Ballard conservaba el recuerdo de su infancia de haber pasado la Navidad en un tráiler de emergencia federal. El huracán Andrew, que mató a 65 personas, había obligado a su familia a evacuar su hogar. Más tarde, también tendría que hacerlo ante los huracanes Katrina, Rita, Gustav e Ike. Decidió que su misión sería quedarse en Texas y construir viviendas más resistentes a los desastres.
En el 2017, Ballard cofundó ICON, una empresa de tecnología de la construcción centrada en el uso de impresoras 3D para ayudar a resolver la crisis de vivienda que ha dificultado a la mayoría de los jóvenes estadounidenses convertirse en dueños de una casa. Esta tecnología, que construye objetos capa por capa aditiva a partir de un archivo digital, podría ayudar porque es más económica que la construcción tradicional, al requerir menos trabajadores y menos tiempo. Las empresas que la utilizan afirman que sus estructuras también son más resistentes a huracanes e incendios.
ICON no revela públicamente su valuación, pero se estima en alrededor de mil millones de dólares. La empresa tiene su sede en Austin y está abriendo una segunda oficina en Miami. No es la única empresa en este mercado, pero es líder en tamaño y alcance.
“Gran parte del mundo todavía no lo cree”, dijo Ballard, de 43 años. “Sólo tenemos que seguir mostrando nuestro trabajo al mundo y verlo habitado”.
Impresiones en 3D
En el 2011, Ballard creó una tienda ecológica de artículos para el hogar en Austin llamada Treehouse. Abrió dos tiendas más con artículos como paneles solares y pintura no tóxica, reuniendo 35 millones de dólares en inversiones. Pero el evangelio de la vivienda ecológica no llegaba a las masas. Un amigo que trabajaba en impresión 3D le presentó a Alex Le Roux, que cofundó ICON con Ballard y Evan Loomis.
Coincidieron en que el cambio climático estaba cambiando la ecuación en materia de vivienda. Le Roux había diseñado una impresora 3D que usaba concreto para imprimir proyectos a gran escala, pero estaba recibiendo propuestas para imprimir cosas como macetas de concreto. Ballard tenía una visión diferente: imprimir una casa.
Mientras Le Roux diseñaba la primera impresora de la empresa, la Vulcan I, Ballard buscó inversionistas y clientes. Un año después, Vulcan I estaba lista. Imprimió la primera casa impresa en 3D de Estados Unidos, una estructura de 33 metros cuadrados, en 48 horas. Pronto consiguieron 9 millones de dólares en capital semilla.
Ahora ICON ha construido más de 200 casas, superando a la competencia.
Wolf Ranch, con 100 casas en Georgetown, Texas, a las afueras de Austin, es su proyecto estrella. Tras iniciar en el 2022, está vendido en un 98 por ciento y es la mayor comunidad de casas impresas en 3D en Estados Unidos. Lennar, una de las constructoras de viviendas más grandes del País, colaboró en el desarrollo. El bufete arquitectónico Bjarke Ingels Group codiseñó los ocho modelos de vivienda, cada uno con tres o cuatro recámaras. Las casas tienen un precio de entre 325 mil y 560 mil dólares. Los expertos en construcción afirman que la impresión 3D es significativamente más económica y rápida, con estimaciones que indican un ahorro en costos de alrededor del 30 por ciento.
Cada una de las casas de Wolf Ranch se construyó en tres semanas o menos con una impresora industrial de 4.75 toneladas que vació sus paredes exteriores e interiores con lavacrete, un material patentado hecho de roca volcánica roja pulverizada, cemento y agua, que se exprime en capas. El concreto ayuda a mantener las casas más frescas en verano y más cálidas en invierno. Las paredes están certificadas para soportar vientos de 320 kilómetros por hora y al menos dos horas de fuego.
Otro de los proyectos de ICON es una aldea de casas impresas en 3D para residentes pobres en Nacajuca, México. Nacajuca yace en una zona sísmica, y las casas allí ya han resistido un terremoto de grado 7.4.
ICON cuenta con 17 impresoras Vulcan activas, cuyo costo supera el medio millón de dólares. En los próximos dos años, planea presentar un nuevo prototipo que puede imprimir cimientos y techos, además de paredes, y también construir edificios de departamentos.
“Es imposible resolver la crisis mundial de la vivienda haciendo las cosas como las hemos estado haciendo”, dijo Ballard.
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