The New York Times
Por: Jonathan Wolfe/The New York Times
Las llamadas de emergencia llegan a todas horas, sobre todo en verano. Pablo Roig maniobra su ambulancia entre el tráfico y las playas abarrotadas. Llega a una escena cada vez más familiar en Ibiza, la famosa isla de reventón: aflicción vinculada a drogas en un antro.
“Hay días en que estamos tan ocupados que apenas podemos comer o tomar un café”, comentó Roig, técnico de ambulancias de 47 años.
Las llamadas de emergencia que involucran a parranderos en antros de Ibiza se han vuelto tan frecuentes que el servicio público de ambulancias de la isla está en riesgo del colapso, afirma el sindicato local de técnicos de salud. Durante la temporada alta, más de una cuarta parte de las llamadas a ambulancias son a antros, y a menudo involucran a visitantes extranjeros, comprometiendo los recursos para los 160 mil residentes permanentes de la isla, dijo el sindicato.
“A veces vamos al mismo antro tres o cuatro veces en una noche”, dijo José Manuel Maroto, representante del sindicato. “Hay clubes donde tenemos que ir todos los días a recoger a un paciente en estado inconveniente”.
Consumo de drogas
La crisis de las ambulancias en Ibiza, uno de los motores del sector turístico español, con cerca de 3.3 millones de visitantes el año pasado, es el ejemplo más reciente de las tensiones en Europa en materia de viajeros extranjeros al tiempo del apogeo de las multitudes de verano. Recientemente han estallado protestas contra el turismo en España, Italia y Portugal, donde los manifestantes afirman que el turismo excesivo está agotando los recursos públicos y encareciendo el costo de la vida.
Ibiza, una isla mediterránea frente a la costa de Valencia, ha sido un imán para los parranderos desde al menos la década de 1970, cuando sus primeros antros se construyeron en torno a la cultura hippie que prosperó a la sombra de la dictadura de Francisco Franco.
La vibrante vida nocturna y la imagen de buena vibra tienen mucho de conllevar el consumo de drogas. Pero Maroto, de 52 años, dijo que el aumento desmesurado en los precios de las entradas a los “superclubes” de Ibiza y la creciente disponibilidad de drogas experimentales baratas han contribuido a una crisis.
Las entradas generales a los superclubes, con capacidad para 10 mil personas, superan los 100 euros (116 dólares), y una bebida puede costar 25 euros. Las drogas, dijo Maroto, son una alternativa más costeable al alcohol.
Las drogas son ilegales en la isla, pero se consumen de todo tipo, afirmó Maroto, incluyendo éxtasis, cocaína, tusi (o cocaína rosa), anfetaminas y psicodélicos.
Ocho ambulancias y unidades móviles de cuidados intensivos normalmente trabajan cada noche y atienden un promedio de 70 llamadas de emergencia, añadió Maroto. Los trabajadores de ambulancias afirman que las llamadas de emergencia desde antros suelen involucrar a una persona inconsciente, lo que las convierte en una “alerta prioritaria” debido al riesgo de que el paciente sufra un paro cardiaco o fallezca.
Los clubes de Ibiza están obligados por ley a contar con personal médico. Ahora, el sindicato de servicios de salud está exigiendo que se les requiera contratar ambulancias privadas.
Amnesia Ibiza, uno de los antros más antiguos de la isla, con capacidad para 5 mil personas, dijo en un comunicado que el año pasado tuvo que llamar a una ambulancia pública “sólo en 19 ocasiones”.
Para Roig, la diferencia entre las llamadas relacionadas con drogas y otras emergencias es sencilla. “Una es enteramente prevenible”, dijo.
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