Por: Li Yuan/The New York Times
China es una nación de ahorradores. Pero Beijing quiere que sus ciudadanos gasten más y ahorren menos. También quiere que se endeuden más, todo para salvar la economía de cuatro años de desaceleración.
El regulador financiero nacional exhortó en marzo a los bancos a ampliar los préstamos al consumo y ofrecer condiciones de pago más flexibles. El mes pasado, los legisladores prometieron proporcionar servicios financieros “innovadores” para impulsar el consumo.
Sin embargo, muchos consumidores chinos se muestran recelosos. Un número alarmante de ellos ya está incumpliendo sus deudas.
Entre el 2021 y el 2024, el ahorro total de los hogares chinos creció 50 por ciento, al tiempo que las personas, asustadas por la fuerte caída en el valor de las viviendas, depositaron su dinero en los bancos. Durante el mismo periodo, el número de préstamos que los hogares no podían pagar casi se duplicó.
Para Beijing, ampliar el acceso al crédito puede parecer una forma rápida de estimular la economía. Pero este ímpetu para que se endeuden los consumidores corre el riesgo de agravar una creciente crisis de deuda personal. Muchos prestatarios, en particular los jóvenes, están atrapados en ciclos de deuda, impulsados por la escasa alfabetización financiera, el alto desempleo juvenil y el estancamiento de los salarios.
Los atrapados en este ciclo son de todo tipo: obreros de fábricas, jóvenes profesionistas y trabajadores de la economía informal. Viven con temor a caer en moratoria y a las llamadas de las agencias de cobranza. Sienten una vergüenza abrumadora.
Préstamos en línea
Existe una creciente división en la economía china. Los más adinerados ahorran más. Los más desfavorecidos no tienen más remedio que endeudarse.
Una encuesta trimestral reciente del banco central chino, realizada a 20 mil personas en 50 ciudades, mostró que los consumidores estaban más pesimistas. Su percepción de seguridad laboral había caído a mínimos históricos. Su disposición a gastar había caído a niveles nunca vistos desde el punto álgido de la pandemia.
Se estima que entre 25 y 34 millones de personas incumplieron el pago de préstamos personales el año pasado, el doble que en el 2019, reporta Gavekal Dragonomics, una consultoría de investigación. Si se incluyen los préstamos vencidos, pero aún no en impago, el número de prestatarios riesgosos se dispara a entre 61 y 83 millones. Esto representa entre el 5 y el 7 por ciento de la población total mayor de 15 años.
Los impagos dan al traste con los historiales crediticios personales en China, impidiendo que las personas obtengan préstamos en el futuro y limitando su movilidad social ascendente. China carece de un sistema formal de quiebras que permita a las personas borrar sus deudas.
En China, obtener préstamos en línea es fácil, probablemente más que en otros países, afirmó Victor Shih, economista en la Universidad de California, en San Diego.
Muchos prestatarios sienten vergüenza mucho antes de incumplir una deuda. Los valores sociales están cambiando, pero los chinos mayores que han vivido momentos difíciles tienden a juzgar con dureza a los jóvenes. Y sin un sistema de quiebra personal, hay pocas maneras de eliminar una deuda. Incumplir un préstamo puede dejar una huella permanente.
Tras escuchar mi episodio de podcast chino sobre este tema, una empresaria me envió un mensaje de texto: “¿A dónde se han ido nuestras virtudes chinas: la diligencia, la frugalidad y vivir dentro de nuestras posibilidades?”.
Pero otros se resistieron a culpar a los deudores.
“El mecanismo de préstamos es una trampa diseñada para atrapar a la gente en sus momentos más débiles” comentó un escucha.
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