Washington, Estados Unidos.
Con solo 34 años, Sarah Huckabee Sanders se convirtió en la nueva portavoz de la Casa Blanca, un cargo muy expuesto, en el que su combatividad se pondrá cada día a prueba.
Los estadounidense descubrieron el acento del sur de esta mujer alta y morena, nacida en la pequeña localidad de Hope, Arkansas, al comienzo del mandato de Donald Trump en su condición de ajunta del portavoz Sean Spicer, a quien reemplazó después de que éste presentara su renuncia el viernes.
Su nombre, en cambio, se conoce desde hace mucho tiempo. Es la hija de una figura de la política estadounidense: Mike Huckabee, expastor bautista y exgobernador de Arkansas, candidato fracasado en las primarias republicanas.
Desde pequeña estuvo en la trastienda de la política gracias a su padre, de quien fue directora de campaña en 2016.
Mike Huckabee es su
héroe político, le dijo a la
revista Time en 2010, de cuya lista de personalidades menores de 40 años formó parte.
El Sanders le viene del apellido de su marido, pero no tiene nada que ver con el senador por Vermont Bernie Sanders.
En febrero de 2016 se sumó al equipo de Donald Trump hasta entrar a la Casa Blanca, donde en los últimos meses reemplazó cada vez más a menudo a Sean Spicer ante la prensa.
Astucia política
Con más mano izquierda que Spicer y una astucia política que emana de su padre, Sarah Sanders ha tratado a la prensa con látigo, apuntando con el dedo a los periodistas para darles la vez y luego acusarles de difundir “noticias falsas” para perjudicar al presidente Trump.
En un conocido incidente, el 27 de junio, Sanders se subió al podio de la
Casa Blanca para atacar al canal de noticias
CNN después de la renuncia de tres de sus periodistas por una historia sobre
Trump y el Gobierno ruso que no había seguido los estándares de calidad de la cadena. “Creo que hemos llegado a un momento en el que no se puede confiar en los medios de comunicación para informar de las noticias”, dijo Sarah en esa rueda de prensa.
Entonces, Brian J. Karem, un reportero de un periódico local de Maryland, se enfrentó a Sanders, acusándola de hacer comentarios “inflamatorios” que dividen al país. “Nosotros estamos aquí para hacer preguntas, tú estas aquí para darnos respuestas”, dijo Karem, tratando de explicar a la entonces portavoz adjunta de la Casa Blanca que la prensa y el Gobierno tienen papeles diferentes y los periodistas tienen el deber de vigilar las acciones del poder.
Sanders continuó y volvió a la carga acusando a los medios de ser “ deshonestos”. Esa vez, sin embargo, el látigo se volvió en su contra: el incidente se repitió en televisiones de todo el país y tuvo que aguantar un torrente de críticas.
Al igual que su padre, maneja el humor, a menudo para controlar a la prensa. Interrogada el viernes sobre el supuesto “caos” en la West Wing (el ala oeste de la Casa Blanca): “Si quieren ver un auténtico caos, vengan a mi casa en la mañana cuando mis tres hijos corren en todas las direcciones”.
Con solo 34 años, Sarah Huckabee Sanders se convirtió en la nueva portavoz de la Casa Blanca, un cargo muy expuesto, en el que su combatividad se pondrá cada día a prueba.
Los estadounidense descubrieron el acento del sur de esta mujer alta y morena, nacida en la pequeña localidad de Hope, Arkansas, al comienzo del mandato de Donald Trump en su condición de ajunta del portavoz Sean Spicer, a quien reemplazó después de que éste presentara su renuncia el viernes.
Su nombre, en cambio, se conoce desde hace mucho tiempo. Es la hija de una figura de la política estadounidense: Mike Huckabee, expastor bautista y exgobernador de Arkansas, candidato fracasado en las primarias republicanas.
Personalidad
Su trabajo en diferentes campañas de políticos republicanos, incluido su padre, hizo que en 2010 la revista Time la incluyera en su prestigiosa lista de 40 importantes personalidades del mundo político menores de 40 años.
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El Sanders le viene del apellido de su marido, pero no tiene nada que ver con el senador por Vermont Bernie Sanders.
En febrero de 2016 se sumó al equipo de Donald Trump hasta entrar a la Casa Blanca, donde en los últimos meses reemplazó cada vez más a menudo a Sean Spicer ante la prensa.
Astucia política
Con más mano izquierda que Spicer y una astucia política que emana de su padre, Sarah Sanders ha tratado a la prensa con látigo, apuntando con el dedo a los periodistas para darles la vez y luego acusarles de difundir “noticias falsas” para perjudicar al presidente Trump.
Fuerte
Su tono en el estrado suele ser seco, y si es necesario se pasa de la raya. Pero sabe calmar los ánimos con el humor y su fe.
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Entonces, Brian J. Karem, un reportero de un periódico local de Maryland, se enfrentó a Sanders, acusándola de hacer comentarios “inflamatorios” que dividen al país. “Nosotros estamos aquí para hacer preguntas, tú estas aquí para darnos respuestas”, dijo Karem, tratando de explicar a la entonces portavoz adjunta de la Casa Blanca que la prensa y el Gobierno tienen papeles diferentes y los periodistas tienen el deber de vigilar las acciones del poder.
Sanders continuó y volvió a la carga acusando a los medios de ser “ deshonestos”. Esa vez, sin embargo, el látigo se volvió en su contra: el incidente se repitió en televisiones de todo el país y tuvo que aguantar un torrente de críticas.
Al igual que su padre, maneja el humor, a menudo para controlar a la prensa. Interrogada el viernes sobre el supuesto “caos” en la West Wing (el ala oeste de la Casa Blanca): “Si quieren ver un auténtico caos, vengan a mi casa en la mañana cuando mis tres hijos corren en todas las direcciones”.