'La junta (militar) vuelve', dice Constantin Zambounis estupefacto, al igual que los otros 2.655 trabajadores del grupo de radiotelevisión público griego ERT, que este martes por la noche se apagó súbitamente por decisión del gobierno.
A las 20H11 GMT, las tres cadenas de la televisión pública griega dejaron de emitir, después de una breve declaración del portavoz del gobierno anunciando en la propia televisión el cierre inmediato de ERT por 'gestión escandalosa'.
'Todo se ha parado, la tele, la radio, el coro y en toda Grecia todo va a parar también', dice Constantin Zambounis, tenor en el coro de ERT, que se acercó a la sede del grupo en las afueras del norte de Atenas para lo que creía que iba a ser un ensayo para el concierto previsto el viernes.
'Para mi, esto no es la democracia. Es como la junta (que impuso su dictadura en Grecia de 1967 a 1974), es lo opuesto a la democracia. No nos habían dicho nada', dice.
Alrededor de él, la gente llega de todos los sitios: periodistas, estudiantes, militantes políticos o simples vecinos, anonadados por las noticias y apoyar al personal. A principios de la noche, todo el mundo pensaba que los trabajadores de ERT iban a organizar la resistencia, mantener la antena y el control de la situación, pese al decreto presidencial que autoriza el cierre de la entidad.
Pero la antena principal, situada en el monte Hymette en el este de Atenas, ha sido neutralizada, privando al ERT de cualquier posibilidad de emitir.
El cierre de la cadena pública ha dejado a la gente estupefacta. Nadie se esperaba un apagón realizado de una manera tan expeditiva del grupo audiovisual, que tiene, sin duda, muchos vicios del servicio público y tasas de audiencia muy bajas, inferiores al 10%, pero que cuenta con un gran respeto en el mundo de la cultura.
En los pasillos, es la estupefacción. Los presentadores tienen el maquillaje corrido y los ojos azorados. Los asistentes están hundidos. Por el pasillo que lleva a la oficina del presidente del principal sindicato de trabajadores, Panayotis Kalfayanis, los gritos homéricos hacen temblar las finas paredes.
Kalfayanis es blanco de los insultos de uno de sus afiliados que le reprocha no haber protegido las antenas emisoras del monte Hymette.
'El gobierno ha cortado la señal de las antenas de telecomunicaciones griegas de manera ilegal y abusiva, pese a que no tenían ni el derecho constitucional ni la autorización a través del consejo de administración de la radiotelevisión nacional', explica a la AFP, frente a una pantalla negra. 'Tenemos un gobierno que recuerda más a la Rumanía de Ceaucescu que a un gobierno salido del voto del pueblo', se lamenta.
Delante de la puerta, surgen cánticos con acentos revolucionarios, algunos del compositor griego Manos Hadzitakis, también trabajador del ERT y fundador del coro. Los músicos del coro han sacado sus instrumentos y se improvisa una orquesta en las escaleras de la entrada.
Para Yannis Darreas, presentador de un programa magazin en la televisión y de un programa en la radio anticrisis, especializado en las buenas noticias, 'las buenas noticias se han terminado'.
'Cierran ERT porque quieren atribuir las frecuencias' a las televisiones privadas, asegura.
Más allá, el director general de la radio de ERT, que cubre 19 estaciones regionales, siete nacionales y una radio que emite en el mundo entero en griego, para la importante diáspora repartida en todo el planeta, dice que 'se esperaba algo así'.
'Nunca había ocurrido una cosa así, ni siquiera durante la dictadura. Dicen que van a abrir en septiembre, pero nada es tan permanente como lo provisional en Grecia', dice este hombre, Dimitris Papadimitriou, que también es un compositor conocido en Grecia.
'Es cierto, tenemos mucha gente en algunos sectores, pero se debe únicamente a que los gobiernos anteriores han hecho entrar a sus protegidos, jardineros que no necesitamos, no tiene nada que ver con nosotros'.
'La reacción del gobierno es una reacción de pánico, nada le obligaba a hacerlo, ya hemos visto la salida de unas 1.000 personas desde el inicio de la crisis nuestros salarios han caído un 45% de media, ninguna privatización podrá hacer lo que hacemos cada día', dice.
'Nací en Egipto y la primera vez que oí el griego fue en la radio', concluye triste.