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La Amazonía, un año más, a merced de las llamas y la deforestación

  • 19 febrero 2022 /

Solo en las últimas semanas se han notificado más de 1.000 incendios en el país, según cifras de las autoridades ambientales.

Bogotá, Colombia.

Los incendios forestales son una constante en Colombia donde la selva amazónica y la Orinoquia cada año arden en una suerte de lamentable “patrón histórico” causado por la deforestación que busca acabar la capa vegetal para explotar la tierra y ocupar territorios.

Se trata de una “generalización” del modus operandi en las quemas anuales: “hay gente interesada en apropiarse de la tierra y gente dispuesta a comprarla”, en territorios en los que, generalmente, “no se pueden constituir derechos de propiedad”, cuenta a Efe Liliana Duica, asesora en tema de tierras de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS).

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Solo en las últimas semanas se han notificado más de 1.000 incendios en el país, según cifras de las autoridades ambientales.

El último informe, de principios de febrero, apuntaba a que más de 86.800 hectáreas se han visto afectadas por el fuego en los departamentos de Vichada, La Guajira, Caquetá, Córdoba y Bolívar a la cabeza de mayor afectación por las llamas.

En este contexto asfixiante, lo que es innegable es que “los incendios han estado ligados a la deforestación para la apropiación de tierras y la expansión de la actividad agropecuaria” a través de “quemas provocadas que comienzan como incendios controlados pero en algunos casos se salen de control”, detalla a Efe Johana Herrera, oficial de Bosques y Cambio Climático de WWF Colombia.

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Se acaba con la capa forestal de estas zonas extremadamente biodiversas para instalar potreros que luego generan réditos económicos.

Pero la doctrina de los incendios instalada en el país va más allá de meramente arrasar áreas de bosque, el fuego también se usa en áreas ya deforestadas, por ejemplo, como parte de prácticas agropecuarias en las que se hacen las quemas para que luego, en la temporada de lluvia, se favorezca el crecimiento de nuevo pasto para la alimentación del ganado.

Las llamas han consumido en esta última ocasión amplías zonas en el conocido como “arco de deforestación de la Amazonía”, que comprende los departamentos de Guaviare, sur del Meta, Caquetá y Putumayo.

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La tragedia del fuego supone acabar con unos bosques que sostienen un rol vital en los ciclos de agua de la región y del continente pues tienen una enorme capacidad de evaporar agua, además de cumplir un papel de enfriamiento de la atmósfera, explica Herrera.