Tabasco, México
Juan David, es uno de los 30 menores de edad que transitan por el país en busca de llegar con su padre a consumar el sueño americano aunque esto haya requerido dejar a su hermanito Antonio de cuatro años y a su madre, Sandra, quienes se quedaron en Honduras.
En su tierra natal, Tegucigalpa, Honduras, su madre y hermanito se quedaron llorando, por la partida de él y su padre, quienes por ser los más grandes en la casa, tenían que salir a buscar una oportunidad laboral para mejorar las condiciones económicas de la familia.
Cien lempiras al día, algo equivalente a 50 pesos mexicanos, a decir del padre de Juan David, es lo que gana en una jornada laboral de 5:00 am a 12:00 m en el campo.
Esto no es suficiente para que esta familia compuesta por cuatro integrantes, puedan comer por lo menos dos veces al día, por lo que cansados de la pobreza extrema, decidieron emprender la aventura.
Es por eso desde ayer determinaron continuar en la caravana de migrantes que estuvo estacionada en Tabasco por 12 horas, para continuar su camino en Veracruz y posteriormente otras entidades, hasta llegar a los límites con Estados Unidos, donde Juan David de ocho años de edad quiere trabajar en lo que sea al lado de su “papito”, a como llama a su progenitor.
Sus ojos claros, desconocen los peligros que acarrea el viajar por terrenos desconocidos en el territorio mexicano, donde asechan las bandas organizadas.
“Con mi papito no tengo miedo, vamos a trabajar para que mi mamá y mi hermanito tengan para comer en la mañana, en la tarde y en la noche”, dijo el menor.
Por ello, de la mano de su padre y con la alegría que externa la inocencia, continuaron su aventura.
