Los seguidores de uno de los cómicos más entrañables del espectáculo mexicano, Gaspar Henaine Pérez, mejor conocido como Capulina, nunca olvidarán las frases que lo hicieron famoso como “sipirili” y “no lo sé, puede ser, a lo mejor, quién sabe”.
¡Queremos ver a Capulina! ¡Queremos ver a Capulina! ¡Queremos ver a Capulina!, gritaban afuera de la funeraria decenas de fans del rey del humorismo blanco, quien murió por una úlcera.
A pesar de que, al arribar a la funeraria de la avenida Félix Cuevas, la nieta de Capulina, Ericka Alemán, había asegurado que ya no se permitiría el acceso del público a la sala, pues
esperaban que el momento fuera íntimo y familiar, al saber que había gente pidiendo pasar y gritando que lo querían ver, la familia tomó la determinación de abrir nuevamente las puertas.
Entre aplausos y porras, el ataúd con los restos de Gaspar Henaine, conocido como Capulina, fue llevado ayer de la capilla donde lo velaron a la zona de cremación.
Ocho hombres, entre ellos su hijo Antonio, cargaron los restos del comediante, mientras medio centenar de fans los seguían.
“Todo ha sido muy rápido. Ahorita no habrá misa. El viernes por la noche tuvimos la presencia del padre. Mi abuelito pudo confesarse; entonces, por el momento, no”, indicó Ericka.
La viuda, María Elena Frías, hijos, nietos y amigos como el luchador Tinieblas esperaron en el inmueble.
Uno de los que acudieron a la última morada del “Rey del humorismo blanco” fue El Hijo del Santo, que se dijo muy consternado y triste por la pérdida.
“Capulina ya descansa en paz y eso es importante para aquellos que fuimos niños y vimos sus películas. Por tanto es un honor estar esta noche al lado de su familia. Él seguirá en el corazón de todos nosotros como ha sucedido con Tin Tan, Clavillazo, Cantinflas y El Santo”, subrayó.
Humor ingenuo
El crítico e investigador cinematográfico Rafael Aviña señaló la muerte de Gaspar Henaine, Capulina, como una gran pérdida para la industria fílmica, pues sus películas son una prueba de ese humor ingenuo de un México que ya no existe.
Aseguró que los filmes eran representativos de una estrategia, cuando el cine mexicano había explotado todas las formas al derecho y al revés, sus películas eran, en realidad, bastante malas, pero no dejan de ser de una ingenuidad que todavía sorprende y aún gusta a algunos.
Recordó que vale la pena hablar de un programa como “Cómicos y canciones”, que mostró el auge de Viruta y Capulina con un humorismo tan blanco que hoy lleva a la nostalgia, sobre todo por el México actual.
Añadió que pocos canales existían en la época en que la dupla de cómicos surgió y, por tanto, ese humor funcionaba a la perfección.
Agregó que hablar de una buena película es literalmente imposible, pero no deja de tener su mérito.
A la pregunta de cuáles, a su parecer, de las más de 80 películas en que participó Capulina fueron las más representativas de ese humor.
Aviña dijo que se destacan “Policías y ladrones” y “Los astronautas y los legionarios”, bien recibidas por el público.Indicó que producciones de ese tipo se fueron perdiendo con el tiempo, sobre todo por el avance de la televisión, porque, a diferencia de las producciones de los años 40, el humor se debía a situaciones.
Claro que hubo sus excepciones, ya que para impactar o triunfar había que tener la verbalidad que poseía Cantinflas, pero, en los 60, el éxito se sustentaba en una clave: el ingenio y la capacidad que mostró entonces el joven escritor Roberto Gómez Bolaños, que fue también libretista de “Cómicos y canciones”.
Respecto a si Capulina merece un magno homenaje, como ha acontecido con otros cómicos mexicanos, Aviña resaltó que fue un personaje muy representativo de los años 60 y 70 de la cultura popular mexicana.
“Fue junto con Viruta una de las parejas que funcionaron de esa forma, similar a lo que lograron Los Polivoces, que continuaron el humor blanco que comenzaron Capulina y Viruta”.
“Lamentablemente, la ruptura acabó con el éxito de Eduardo Manzano y Enrique Cuenca; claro que Capulina corrió con mejor suerte, pues supo administrarse mejor”, argumentó.
Fue “Rey del humorismo blanco”
Este legendario actor, músico y hasta cirquero vino al mundo un Día de los Santos Reyes, el 6 de enero de 1927.
Su inclinación por el ambiente artístico se dejó ver desde muy temprana edad, a los 17 años, cuando formó parte del cuarteto Los Excéntricos. Para ofrecer algunas presentaciones en la XEW se incorporó al trío Los Trincas, cuya relación terminó cuando sus compañeros lo abandonaron en la ciudad de Nueva York. En 1952 unió su talento al de Marco Antonio Campos Contreras, Viruta, a quien conoció en la XEW.
Capulina le propuso crear una pareja de comedia para participar en el programa “Cómicos y canciones”, ya que él necesitaba pagar una deuda. Viruta no fue fácil de convencer, pero al final llegaron a formar uno de los duetos más entrañables.
Juntos filmaron unas 26 películas; la última de ellas fue “Dos pintores pintorescos”. Durante muchos años trabajó al lado de Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, guionista de la mayoría de sus proyectos, y fue precisamente con esta mancuerna, en la que se incluyó a Viruta durante un tiempo, que se ganó el mote de “Rey del humorismo blanco”.
Al comenzar su carrera en solitario con la película “El zángano”, Capulina se enfocó de lleno en el público infantil.
En la televisión realizó “El gran circo de Capulina” y “Las aventuras de Capulina”, donde alternó con el luchador Tinieblas. Lo último que hizo en televisión fue “El diario de Daniela”, una producción de Rosy Ocampo, en 1999. Cuando se grabó el final en el estadio Azteca fue un acontecimiento que se quedó muy presente en la memoria del cómico, quien dijo que nunca se había visto rodeado de tanta gente y recibido tantos aplausos.