Realizar acciones tan simples como ir al baño, en algunos países sobre todo europeos, podría no ser tan fácil para aquellos acostumbrados a los retretes tradicionales. Así como la cultura, la forma de suplir necesidad básicas son diversas en cada país y muestra de ello son los curiosos diseños de sus resumideros.
Los holandeses, por ejemplo, son famosos por ser pragmáticos y por no andarse por las ramas a la hora de buscar soluciones a problemas en la sociedad, sean esas soluciones ortodoxas o no.
Es así como hace algunas décadas se empezaron a instalar en varios barrios del centro de Ámsterdam urinarios públicos al aire libre. De esta forma se intentó evitar que los ciudadanos orinasen en las estrechas calles del casco antiguo, especialmente en el Barrio Rojo.
Londres fue la primera ciudad del mundo en tener baños públicos, de hecho El Acta de Salud Pública de 1848 recogía la necesidad de ofrecer “servicios públicos como medio de mejorar la sanidad” de la Gran Bretaña victoriana.
El primer baño público callejero de Londres se instaló en febrero de 1852 en Fleet Street, le siguieron los de Bedford Street, los primeros con cuarto de baño para damas.
Con los años las instalaciones públicas en Londres se multiplicaron y actualmente es una de las ciudades europeas en la que es más fácil liberar la vejiga fuera del hotel.
En muchos países, incluyendo el centro de Europa o Japón, orinar de pie es considerado de mala educación. Muchos servicios tienen carteles en los que te piden que por favor te sientes para miccionar.
En Asia también hay urinarios públicos que en cierta manera se asemejan a los de Ámsterdam salvo por dos características primordiales. La primera es que los urinarios públicos de Ámsterdam están hechos de metal o plástico duro; mientras que los de la India y China son normalmente de obra en ladrillo y azulejos, que permite algo de (pero no demasiada) privacidad.
La otra diferencia, más importante si cabe, radica en la frecuencia en la limpieza de ambas instalaciones. Mientras que las de Ámsterdam son desinfectadas constantemente, las de Asia huelen como si no hubiesen visto jabón en su vida.