Ciudad Juárez, México.
En la despedida del Papa Francisco las primeras filas las ocuparon los hombres de traje y las mujeres de vestido.
Ya no eran los migrantes pobres, como ocurrió en la misa binacional, sino los invitados de los tres niveles de gobierno.
Celulares en mano, los funcionarios y sus invitados más que ver al Papa despidiéndose desde la escalinata de la aeronave, sonreían y sacaban selfies. Su emoción no rompía en porras como lo hacían los tres mil jóvenes que desde las gradas animaban la ceremonia.
Contenidos, a veces agitaban los pañuelos amarillos, verdes, rojos y blancos que los organizadores repartieron para ondear los colores símbolos del Vaticano y la bandera nacional.
'Me voy sorprendido con su país Presidente. Gracias por todas sus atenciones', fue lo último que el Papa le dijo a Enrique Peña Nieto antes de abordar el avión.
 El Papa se despidió anoche de los mexicanos.
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Fueron seis días en México, en los que Francisco recorrió 221 kilómetros a bordo del papamóvil, ofició cinco misas y emitió ocho discursos, en los que lanzó duras críticas a políticos y la cúpula católica, exigiendo freno a la corrupción, la violencia y el narcotráfico.
Antes de que el Papa entrara al escenario donde se le despidió, él y Peña Nieto sostuvieron un encuentro privado. Ahí se hizo un breve balance sobre lo que el religioso observó en México y algunas peticiones al Gobierno federal.
La Presidencia sólo emitió un resumen de la gira, en el que agradeció 'los mensajes de paz, reconciliación y esperanza que dejó la visita'.
La visita del Papa rompió protocolos hasta el final, en su recorrido hacia el avión, algunos niños burlaron la seguridad y corrieron a abrazarlo, y un par de ellos le mostraron una cartulina con la leyenda: 'Santidad los mexicanos rezamos por usted, usted rece por los mexicanos'.
Después de dejarlo a los pies de la escalinata del avión, Peña Nieto regresó al centro de las banderas colocadas en el hangar para permanecer ahí por 25 minutos, hasta que el avión despegó con destino a Roma.
