Tras apoyarse durante 30 años en un temible aparato policial y un sistema político dominado por un partido a su servicio, el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, aliado de Occidente, se enfrenta estos días a una movilización popular sin precedentes en su contra.
Pocos se atrevían a apostar por la permanencia en el poder de este hombre sin gran carisma cuando en 1981 asumió la sucesión de Anuar el Sadat, asesinado por islamistas.
Sin embargo, este ex comandante del ejército del aire, de 82 años de edad, logró mantener hasta ahora la estabilidad de Egipto, y la de su poder, aferrándose a un sistema acusado de asfixiar la vida política.
También se opuso férreamente al islamismo radical al estilo de Al Qaeda, aunque no ha logrado impedir el fortalecimiento de un islam tradicionalista inspirado por el poderoso movimiento de los Hermanos Musulmanes.
Con su silueta maciza, su cabellera siempre negra a pesar de la edad y su mirada a menudo oculta por lentes de sol, se convirtió con el paso de los años en una figura familiar de las reuniones internacionales, imponiendo a Egipto como un pilar moderado dentro del mundo árabe.
Postura firme
Pragmático y habituado a hacer giras por el país, mantuvo contra viento y marea el puesto de su país en el campo pro norteamericano y preservó los acuerdos de paz con Israel, que le costaron la vida a su predecesor.
Mohamed Hosni Mubarak nació el 4 de mayo de 1928 en una familia de la pequeña burguesía rural del delta del Nilo. Escaló los peldaños de la jerarquía militar hasta ser comandante en jefe de las fuerzas aéreas y luego Vicepresidente en abril de 1975.
Durante su larga carrera escapó de por lo menos seis intentos de asesinato y jamás levantó el estado de emergencia instaurado desde que subió al poder.
El ascenso de su hijo menor Gamal, cercano a los medios de negocios, alimenta las sospechas de una transmisión “hereditaria” del poder en la elección presidencial de septiembre de 2011, en detrimento de una apertura política.
No obstante, hasta la fecha ni Hosni Mubarak, que tuvo problemas de salud en 2010, ni su hijo han explicado claramente sus intenciones.
Ante los numerosos llamados -incluyendo de Estados Unidos- en favor de una apertura del sistema, Mubarak opone regularmente el espectro de una desestabilización catastrófica del país árabe con mayor población.
Con todo, el liberalismo económico, que se acentuó en los últimos años, permitió iniciar un despegue económico y el surgimiento de “paladines” egipcios en los campos de las telecomunicaciones y la construcción, fundamentalmente. Sin embargo, cerca de 40% de los 80 millones de egipcios continúan viviendo con menos de dos dólares diarios, según estadísticas internacionales, mientras el país es regularmente acusado en casos de corrupción.