La presidenta argentina Cristina Kirchner, favorita para su reelección, según sondeos, cerró ayer su campaña para los comicios del domingo en un teatro, estilo más afín con la política estadounidense que con la demostración callejera multitudinaria del peronismo.
Los otros seis presidenciables, incluso el segundo en los sondeos, el socialista Hermes Binner, también evitarán las concentraciones masivas al poner fin a la propaganda entre ayer y hoy, antes de la veda, con caravanas o mitines en lugares cerrados. Kirchner, de 58 años, hablará a sus partidarios sólo rodeada de gobernadores provinciales, funcionarios y una élite de militantes de La Cámpora, la agrupación juvenil creada por el “kirchnerismo”, versión centroizquierdista del tradicional Partido Justicialista (PJ).
Pero el oficialismo mantendrá la típica apelación a lo emocional y la mística, con la proyección de un video de homenaje al expresidente Néstor Kirchner (2003-2007), quien formó durante 7 años con su esposa una pareja presidencial de hecho hasta su muerte hace casi un año.
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“Él vive en los cinco millones de trabajadores reincorporados, en los millones que cobran la Asignación Universal (subsidio a la pobreza), en los millones de nuevos jubilados, en los científicos que volvieron al país”, dice la viuda en el spot al mencionar a su marido solamente como “él”. La asignación beneficia a cuatro millones de niños de familias pobres, en tanto que hay 3 millones de nuevos jubilados, beneficio que alcanzó hasta a amas de casa que jamás aportaron dinero a la seguridad social. La resonancia mística de la campaña del gobierno se afianzó con el tono de voz visceral que usa Kirchner en sus discursos, que evoca el poder carismático de Evita Perón, cuya figura es para los kirchneristas más emblemática, incluso que la del fundador del Partido Justicialista, el tres veces presidente Juan Perón.
En cambio, sorprendente fue en la campaña que otro de los rivales, el radical socialdemócrata Ricardo Alfonsín, hijo del exmandatario de la transición democrática Raúl Alfonsín (1983-1989), reconozca en forma anticipada en un spot el triunfo de Kirchner. “Posiblemente usted vaya a ganar, pero con todo respeto siento necesidad de decirle que no le creo nada”, dice Alfonsín en el aviso que se difunde por la televisión.
El reconocimiento preanunciado de una derrota es insólito para un político en campaña, pero analistas consideran que es el efecto de la victoria arrolladora de Kirchner en las primarias obligatorias del 14 de agosto, cuando cosechó 50.7% de los sufragios y Alfonsín fue segundo, lejos, con 12.1%.