Washington, Estados Unidos.
La trayectoria de la interna demócrata para estas elecciones sugiere que Hillary Clinton (apoyada en una formidable máquina política, millonarias donaciones y el apoyo del partido) deberá conquistar la nominación presidencial, inclusive antes de la convención nacional, prevista para finales de julio en Filadelfia.
Pero al inicio de la campaña todo indicaba que la nominación de Clinton sería apenas un trámite, y que tendría abundante tiempo de preparase para los debates con su adversario del Partido Republicano en la fase decisiva de la carrera electoral. En cambio, el partido ya no puede esconder una profunda división promovida por la cristalización de un sector de su electorado incómodo con la conducción partidaria y favorable a una tendencia más claramente progresista, que por ahora se expresa en la candidatura del senador Bernie Sanders, que se autodenomina un “socialista democrático”.
Un tipo duro
La tensión estalló el fin de semana, durante una convención demócrata en el estado de Nevada para escoger los delegados después de la primaria del 21 de febrero y en la que Clinton se impuso a Sanders. La convención terminó convertida en un verdadero festival de abucheos, gritos y reclamos por parte de los seguidores de Sanders, quienes denunciaban la manipulación del reglamento interno para beneficiar a Clinton con más delegados de los que le correspondía.
Dirigentes partidarios demócratas en Nevada denunciaron haber recibido amenazas y todo tipo de insultos, en una situación que llevó al Comité Nacional del partido a sugerir que Sanders debía pedir disculpas públicas por lo ocurrido. En respuesta, Sanders emitió una nota en que condenó la violencia pero apuntó que en Nevada “la conducción del partido usó sus poderes para evitar que se realice un proceso justo y transparente”.
Hasta el momento, el senador de 74 años ha resistido a las presiones de importantes figuras del partido para que abandone la campaña y permita que Clinton se concentre en su duelo contra Donald Trump, quien casi con seguridad será el candidato republicano.
“Permítanme ser tan claro como sea posible: ¡Estamos en esto hasta que se cuente la última urna!”, dijo Sanders la noche del martes en un multitudinario acto público en California, estado que realizará su primaria el 7 de junio. Y es en ese estado, el más poblado del país y con 475 delegados en juego, donde Sanders ha sembrado sus esperanzas para ganar más terreno en busca de la nominación. Sanders ganó el martes Oregón, de tendencia fuertemente progresista, imponiéndose en sus grandes ciudades como Portland, Salem y Eugene, lo que le valió la mayoría de los 61 delegados en juego y compensó el virtual empate con Clinton en Kentucky.
La trayectoria de la interna demócrata para estas elecciones sugiere que Hillary Clinton (apoyada en una formidable máquina política, millonarias donaciones y el apoyo del partido) deberá conquistar la nominación presidencial, inclusive antes de la convención nacional, prevista para finales de julio en Filadelfia.
Pero al inicio de la campaña todo indicaba que la nominación de Clinton sería apenas un trámite, y que tendría abundante tiempo de preparase para los debates con su adversario del Partido Republicano en la fase decisiva de la carrera electoral. En cambio, el partido ya no puede esconder una profunda división promovida por la cristalización de un sector de su electorado incómodo con la conducción partidaria y favorable a una tendencia más claramente progresista, que por ahora se expresa en la candidatura del senador Bernie Sanders, que se autodenomina un “socialista democrático”.
El demócrata de 74 años muestra resistencia física y anímica en concentraciones realizadas en ciudades como San Francisco, Carson, Vallejo, San José y Santa Clara.
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La tensión estalló el fin de semana, durante una convención demócrata en el estado de Nevada para escoger los delegados después de la primaria del 21 de febrero y en la que Clinton se impuso a Sanders. La convención terminó convertida en un verdadero festival de abucheos, gritos y reclamos por parte de los seguidores de Sanders, quienes denunciaban la manipulación del reglamento interno para beneficiar a Clinton con más delegados de los que le correspondía.
Dirigentes partidarios demócratas en Nevada denunciaron haber recibido amenazas y todo tipo de insultos, en una situación que llevó al Comité Nacional del partido a sugerir que Sanders debía pedir disculpas públicas por lo ocurrido. En respuesta, Sanders emitió una nota en que condenó la violencia pero apuntó que en Nevada “la conducción del partido usó sus poderes para evitar que se realice un proceso justo y transparente”.
| El rival de Hillary espera sorprender en California.
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“Permítanme ser tan claro como sea posible: ¡Estamos en esto hasta que se cuente la última urna!”, dijo Sanders la noche del martes en un multitudinario acto público en California, estado que realizará su primaria el 7 de junio. Y es en ese estado, el más poblado del país y con 475 delegados en juego, donde Sanders ha sembrado sus esperanzas para ganar más terreno en busca de la nominación. Sanders ganó el martes Oregón, de tendencia fuertemente progresista, imponiéndose en sus grandes ciudades como Portland, Salem y Eugene, lo que le valió la mayoría de los 61 delegados en juego y compensó el virtual empate con Clinton en Kentucky.