En las calles de los barrios Cabañas y Las Palmas cercanas al centro penal sampedrano se aprecia una relativa calma. Por años, sus vecinos han vivido entre la incertidumbre y el miedo debido a los constantes motines, incendios e intentos de fuga que se suscitan en el recinto carcelario ubicado en una de las zonas urbanas más pobladas del municipio.
El traslado de 755 reclusos miembros de pandillas a El Pozo, en Ilama, Santa Bárbara, da un respiro, pero continúan a la expectativa de lo que seguirá.
Dijo sentirse perjudicada, ya que en el área en torno al presidio no hay señal de telefonía celular debido al bloqueo al que está sometido el penal.
A la par del recinto se encuentra el Instituto Técnico Sampedrano, que tiene décadas de funcionar en el barrio Cabañas. Las autoridades de la institución expresaron su satisfacción con el traslado de los reos y esperan que el penal sea trasladado a otro sector, puesto que se ha convertido en una “bomba de tiempo”.
El padre Glenis Mejía, párroco de la catedral San Pedro Apóstol, indicó que la Iglesia avala el traslado de los reclusos, pues viene a mitigar el hacinamiento que tiene el presidio.
Fuentes oficiales del Gobierno reiteraron ayer que los dispositivos de seguridad son permanentes. De igual forma se realizan patrullajes a pie y retenes en sectores estratégicos para garantizar la seguridad del recinto y de los habitantes de los barrios.