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'Un sector de la Policía obstruye la justicia”: Julieta Castellanos

  • Actualizado: 23 octubre 2012 /

A un año de la muerte de su hijo, la rectora implica a la Policía en asesinato de Alfredo Villatoro.

A un año de la muerte de los universitarios, José Rubén Pozo López, Arnulfo Padilla Rodríguez y Wilfredo Figueroa Velásquez, junto con el subinspector Carlos Geovanny Galeas Cruz.

Sin embargo, por “órdenes superiores” fueron dejados en libertad los policías, ahora prófugos, con excepción de Pozo López, quien se entregó a la justicia.

Los cambios

Muy poco se ha logrado después de 365 días del asesinato de los dos universitarios. Las madres de ellos, luchadoras incansables que luchan por justicia, continúan albergando la esperanza que el crimen de sus vástagos no quedará en la impunidad.

“Después de la muerte de Alejandro y Carlos David ha cambiado un poco la conciencia en la población, la certeza de que la Policía participa en crímenes. El hecho de que la Secretaría de Seguridad asuma que nuestros hijos fueron víctimas de la Policía Nacional es de reconocérselo al actual ministro (Pompeyo Bonilla). Lo excepcional de este caso es que fue la misma autoridad la que asesinó a nuestros hijos, entonces, esta es una situación devastadora. La autoridad es la responsable de resguardar la vida de las personas que estamos alejados de los delitos.

En ese sentido vemos que la expresión de un ministro es que está consciente de que la autoridad es la responsable del crimen”, analizó Castellanos.

La idea de que la rectora puede esclarecer el crimen de su hijo por solo el hecho de ser una figura pública, continúa en la percepción de la mayoría, no obstante, Castellanos aseguró que eso es la medida de la indefensión en la que se vive en Honduras.

“Aurora Pineda (madre de Carlos David) y yo, hemos estado en una demanda y lucha permanente, exponiéndonos inclusive frente a grandes poderes en el país y no sentimos que el Estado haya asumido plenamente su responsabilidad, así que eso demuestra el estado de indefensión en el que uno se encuentra, la tenacidad y el poder de estos grupos también demuestra que en el país tenemos que hacer mucho por crear y construir el Estado de Derecho”, puntualizó.

Landaverde y Villatoro

Otro de los horrendos crímenes que la sociedad hondureña ha sido testigo y que la rectora Julieta Castellanos dijo a LA PRENSA que la Policía está involucrada, es el de Alfredo Landaverde, asesinado por sicarios motorizados el 9 de diciembre de 2011.

Landaverde, de 71 años, se conducía con su esposa, Hilda Caldera, en el momento del crimen, del que milagrosamente sobrevivió la ahora viuda. Hasta la fecha, un supuesto asesino de Landaverde, identificado como Marvin Noé Andino Mascareño, de 21 años, está preso y la Fiscalía ha pedido una pena máxima de 40 años para el responsable.

Tras estar secuestrado 6 días, el periodista Alfredo Villatoro fue encontrado sin vida el 15 de mayo de 2012. En la actualidad hay tres detenidos por este crimen: Marvin Gómez (28) y los hermanos Osman Fernando (29) y Edgar Francisco Osorio Arguijo.

“Le decimos que lo amamos porque sentimos que espiritualmente siempre está con nosotros”

Dos cementerios, un mismo dolor. Ayer, al cumplirse un año del crimen de los dos universitarios que dio pie al mayor escándalo dentro de la Policía Nacional del que se tenga registro, el dolor no cesa en los corazones de las madres que ayer llegaron a poner flores a sus tumbas.
Julieta Castellanos llegó al cementerio Jardines de Paz Suyapa con un arreglo floral en sus manos, con su corazón entristecido y con su mirada llena de nostalgia y dolor.

La madre que hace un año se enteraba de que su hijo había sido vilmente asesinado por manos policiales, ayer permanecía en la tumba de su vástago, Rafael Alejandro Vargas Castellanos, visiblemente consternada.

Con su mirada perdida se bajó del auto cargando un arreglo floral que colocó sobre la tumba, a la cual no le ha puesto una lápida que identifique que allí se encuentra enterrado Rafael Alejandro porque, según dijo, no está preparada para soportar ver el nombre de su hijo en una lápida.

La rectora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras permaneció 15 minutos en silencio en el camposanto.

Por momentos, su mirada estaba fija sobre la tumba de su hijo, el cual recuerda en cada momento de su vida.

Hubo un momento en que Julieta Castellanos lloró en silencio.

Debido al dolor que le embargaba, la agenda de la rectora no se desarrolló con la normalidad de costumbre. Salió de su residencia directamente al cementerio para visitar la tumba de su hijo.

Las actividades que planificó desarrollar en el día fueron muy pocas. Debido al paro de labores por parte de los médicos del Hospital Escuela, le tocó visitar por unos minutos el principal centro asistencial del país.

Luego regresó a su hogar, donde permaneció junto a sus familiares que llegaron a acompañarla y tener un momento de meditación.

A las seis de la tarde participó en un oficio religioso para rogar por el eterno descanso del alma de su hijo Rafael.

Algunos amigos llegaron al cementerio a dejar arreglos florales; Claudín Paz, quien desde pequeña fue amiga y vecina de Rafael Alejandro expresó: “Él fue un gran amigo y una gran persona. Estoy triste porque estaba muy joven y me acuerdo que dijo que había tenido los mejores días de su vida. Lo que más voy a recordar es que él siempre me apoyaba en todo y era de forma incondicional, ‘vos sos bien luchadora y eso te lo admiro, así que seguí adelante, me dijo’”.

Espiritualmente cerca

La familia de Carlos David Pineda se unió ayer en el cementerio San Miguel Arcángel para recordar el primer año del asesinato del joven universitario.

Hasta ese sector llegaron los amigos, igual que sus padres y sus dos hermanos a colocar arreglos florales sobre la tumba.

Aurora Rodríguez de Pineda, madre del desafortunado estudiante de la carrera de Derecho en la Unah, pasó la mayor parte del tiempo rezando y pidiendo a Dios por el alma de su querido e inolvidable hijo.

“Junto a mi hija Elia, que es la mayor de mis hijos, le rezamos el rosario mientras que mi esposo Carlos Pineda le hablaba como si estuviera presente, mientras que mi hijo menor, que es muy callado, creo que le hablaba en silencio”, manifestó la madre.

“Cada vez que venimos al cementerio le decimos que lo amamos porque sentimos que espiritualmente siempre está con nosotros”, dijo la acongojada madre. Por su parte Elia Pineda Rodríguez, hermana de Carlos David, aseguró que ella no lo consideraba un hermano sino “un amigo incondicional”.

“Yo a Carlos lo describo como a mi mejor amigo porque aparte de ser mi hermano fue mi chofer, ya que me llevaba a todos lados, era mi consejero”, expresó Elia Pineda Rodríguez.

Considera que Carlos David “fue más que un hermano, por lo que si lo pudiera describir en una sola palabra diría que fue excepcional”.

Comentó que en las últimas horas no pudo dormir, contrario al día que asesinaron a Carlos David, fecha en que se despertó cuando sus amigos andaban en busca de su hermano, después de que había sido asesinado de tres disparos en la cabeza.

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