24/06/2025
10:41 PM

Tras la tragedia: Niños haitianos, a su suerte

Los niños sin nombre permanecían mudos, acostados en una esquina dentro de los terrenos del Hospital General. Son tres entre miles de menores de edad que han quedado a la deriva tras el devastador terremoto.

Los niños sin nombre permanecían mudos, acostados en una esquina dentro de los terrenos del Hospital General. Son tres entre miles de menores de edad que han quedado a la deriva tras el devastador terremoto.

“Hola, Joe, ¿cómo estás?”, preguntó el médico estadounidense dirigiéndose al pequeño de 11 años con el nombre que el personal asistencial le ha dado, al desconocer el real.

No hubo respuesta.

“Joe”, “Baby Sebastian” y la niña que no tiene siquiera apodo no han hablado o llorado desde que llegaron traídos por vecinos o transeúntes. “Sebastian”, que tiene sólo una semana de nacido, habría sido rescatado de entre los brazos de su madre muerta.

Pese a todo, tienen suerte: la doctora haitiana Winston Prince y su personal los atienden de infecciones y otros padecimientos. Cientos de miles de niños más, hambrientos y sedientos, deambulan entre los campamentos improvisados de sobrevivientes en Puerto Príncipe, sin protección alguna contra las enfermedades o los traficantes de menores y frecuentemente sin nadie que los cuide.

“Hay aproximadamente un millón de niños huérfanos o sin compañía, o menores que perdieron a uno de sus padres”, dijo Kate Conradt, vocera del grupo asistencial Save the Children.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Protección de la Infancia, Unicef, ha establecido un campamento especial para niños que, de algún modo, se separaron de sus padres tras el terremoto del 12 de enero y están en peligro de ser presas de traficantes u otras personas que quieran abusar de ellos.

Save the Children, con sede en Connecticut, ha instalado “espacios infantiles” en 13 asentamientos improvisados. La Cruz Roja y otros organismos trabajaban entretanto para reunir a las familias.

Las necesidades de los niños haitianos después del sismo estaban rebasando la capacidad de ayuda disponible. Algunos eran dados de alta de los hospitales incluso sin tener a nadie que los cuidara. Simplemente no hay camas suficientes para todos. “Se recomienda a los trabajadores de salud que supervisen y envíen a los niños que no tienen compañía a espacios adecuados”, señaló la oficina humanitaria de la ONU en su reporte más reciente sobre la situación.

Las penurias de los menores de edad son particularmente graves en un país en el que la ONU estima que tres millones, entre los nueve millones de habitantes, necesitan ayuda internacional tras el sismo.

“Tenemos mucho camino por recorrer”, dijo John Holmes, coordinador de ayuda de las Naciones Unidas.

Ello es evidente en las calles, callejones y umbrales de Puerto Príncipe, en ruinas, donde algunos mensajes manuscritos imploraban ayuda. En la barriada de Juvenat, un grupo de 50 familias pegó un cartel que decía: “Necesitamos comida, ayuda, agua y medicinas”.
Es evidente, también, entre las miles de personas que se aglomeran ante las puertas de un centro de distribución de alimentos en el barrio Cite Soleil, donde la Policía haitiana debió replegar a garrotazos a la multitud.

Cerca del Palacio Nacional semidestruido, las fuerzas de paz brasileñas de la ONU rocían ocasionalmente gases pimienta o apuntan sus armas a la gente para controlar una fila de numerosos haitianos que esperaban recibir comida. “Nos tratan como animales. Nos golpean, pero somos un pueblo hambriento”, dijo Muller Bellegarde, de 30 años, que había esperado 90 minutos bajo el sol quemante. Thomas Louis, 40, quien trataba de recibir arroz y aceite para sus dos hijos pequeños, dijo que la gente agradece la ayuda extranjera.

Pero “esto es la anarquía, esto no es ayuda, sino una forma de humillar a la gente”, señaló.

Entre 800 y mil vuelos de ayuda seguían esperando el permiso para aterrizar: un rezago de siete días, reportaron el martes funcionarios de la ONU y de Europa. Además, “hacen falta camiones”, dijo en Ginebra Elisabeth Byrs, vocera de la ONU. En particular se necesitan camiones pequeños o furgonetas, porque “las calles están demasiado congestionadas”, añadió.

Holmes, de la ONU, estimó que dos millones de personas necesitan alimentos, pero sólo 500 mil los han recibido hasta ahora.
El panorama médico ha mejorado, pero sigue siendo crítico. Paul Garwood, vocero de la Organización Mundial de la Salud, dijo que se necesita todavía más personal médico, particularmente especialistas en rehabilitación, para ayudar con la recuperación de 200 mil personas que sufrieron amputaciones u otras cirugías.

Sobrevivientes

Delincuentes les roban comida a mujeres hambrientas, se demora la distribución de ayuda y abundan las quejas por la ineficiencia del Gobierno. A tres semanas del terremoto que sacudió Haití, un pueblo desesperado sigue sin recibir los alimentos ni la asistencia que necesita y comienza a imperar la ley del más fuerte.

En una ciudad arrasada donde cientos de miles se van a dormir hambrientos y doloridos en sórdidos campamentos callejeros, el pequeño Benoit Wodson tiene al menos un camastro, comida y amigos con los que jugar bajo los mangos. El chico de ocho años, con una gran cicatriz en las nariz y una sonrisa amplia, quiere algo más: “¿Podemos ir a buscar a mi mamá? ¿Podemos buscar a mis padres?”, pregunta a un empleado del orfanato donde acaban de llevarlo. Los sobrevivientes más pequeños del terremoto del 12 de enero se convierten en uno de los problemas más grandes.

Innumerables niños en los campamentos improvisados de Puerto Príncipe están desamparados y no tienen quien los cuide, quedando a merced de las enfermedades, los abusadores y otros riesgos, dicen los socorristas.

“Son extremadamente vulnerables”, dijo Kate Conradt, vocera del grupo Save the Children. Dijo que, según la ONU, un millón de niños perdieron al menos a uno de sus padres o están separados de sus familias. Agencias