Son el amparo de los adultos y la luz en el camino de decenas de niños. Han trabajado varios años en silencio desde el centro de Cofradía. Las hermanas agustinas del Amparo han sembrado la solidaridad y el cariño por los corazones abandonados y los estómagos hambrientos.
A dos cuadras de la iglesia católica de esta zona está el centro de atención al necesitado. Desde muy temprano llegan decenas de ancianos por su plato de comida caliente en el desayuno y allí se quedan platicando y compartiendo actividades recreativas en espera del almuerzo que obtienen gratis en el lugar.
“El comedor Sebastián Gili Vives tiene ya diez años. Acá reciben sus alimentos y servicios médicos unos 50 adultos mayores. Muchos de ellos han sido abandonados por sus hijos. También atendemos a jóvenes con retraso mental y a otras personas que realmente están solas y necesitadas”, explicó la coordinadora, hermana Martina Moncada.
El centro se sostiene gracias a las donaciones de ciudadanos comunes. Aunque las hermanas agustinas son una congregación religiosa, su trabajo es independiente de la parroquia, por lo que deben gestionar para ser apoyadas directamente.
“Hay un grupo de la iglesia que ayuda, pero nunca es suficiente. Las mayores necesidades son económicas, pero siempre llegan ayudas de víveres que nos sirven mucho. Una de las hermanas sale siempre a pedir a la comunidad y nunca viene con las manos vacías. Es muy bonito saber que la población es sensible”, agregó la hermana Martina.
Agradecidos
Los ancianos consideran que el centro Sebastián Gili Vives es su hogar. “Vengo desde que empezó. Éste es mi hogar y acá me atienden muy bien. Soy la que hace los mandados de las hermanas. He quedado sola. Sólo tengo primos y me da posada un muchacho en la noche. Acá paso durante el día”, expresó doña Berta Bayde, de 65 años.
“Tengo familia, pero se han olvidado de mí. Gracias a Dios acá me dan mis alimentos, tengo cinco años de venir”, dijo don Eulalio Giménez, de 93 años de edad.
También tienden la mano a quienes han sido despedidos de sus trabajos.
Don Marvin Castellón trabajaba en un aserradero y le cayó una madera en su pierna.
“Como quedé mal, en mi trabajo ya no me hacen caso. Me quedé sin poder trabajar y sin nadie que me apoye. Éste ha sido mi refugio”, expresó don Marvin, de 66 años.
Si se enferman también tienen asistencia. En el centro hay un dispensario con médico general que está pendiente de la salud de los ancianos.
Reciben atención y medicamentos gratuitos.
La labor de las hermanas agustinas del Amparo realmente es admirable y quisieran ayudar a muchas más personas, pero por las limitaciones económicas se les imposibilita.
“Las personas de la tercera edad son de las más necesitadas en el país. Hemos observado que la mayoría de los que quedan solos son hombres”, agregó la hermana Martina.
La escuela
En otro sitio de Cofradía, en el sector de Vida Nueva está la escuela y jardín bilingüe Santa Mónica.
Aproximadamente setenta niños de escasos recursos están recibiendo una educación de calidad gracias a la labor que impulsan las queridas monjas. Allí los pequeños reciben su merienda, aprenden y juegan sanamente.
Las aulas de la escuela están acondicionadas con un ambiente agradable para la enseñanza.
“La población de Vida Nueva es de muy escasos recursos. Hay muchos niños que no comerían si no fuera por la merienda que les damos. Con mucho esfuerzo hemos estado cumpliendo con la merienda, aunque seguimos esperando la ayuda de la Alcaldía, pues nos prometieron que iban a colaborar con nosotros y aún no hay respuesta”, señaló la hermana Martina.
La escuela se sostiene gracias a donaciones de un Club Rotario de Suiza. Si se recibiera más apoyo, más niños del sector podrían ser beneficiados con el proyecto.
Algunos de los pequeños habían estado en otras escuelas públicas; se han trasladado a Santa Mónica y están felices.
“Me gusta mucho esta escuela. Me siento muy bien y estoy aprendiendo bastante. Acá recibo clases todos los días”, dijo la niña Angie Maldonado, que cursa el segundo grado.
Bingo para ayudar
Los sampedranos tienen la oportunidad de colaborar con la labor de las hermanas agustinas del Amparo en el sector de Cofradía.
El 10 de marzo se desarrollará un bingo para beneficiarlas en el Club Hondureño Árabe a las seis y media de la tarde. “Es una oportunidad de contribuir y compartir con la familia. Todos pueden asistir. Allí mismo ese día pueden adquirir su tarjeta”, informó la hermana Martina.
Quienes quieran hacer donaciones directamente pueden visitar el centro de atención en el centro de la comunidad.