A puerta cerrada y sin feligresía, así ofició ayer la misa de Domingo de Ramos en la catedral metropolitana San Miguel Arcángel el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, quien reflexionó que la soberbia, el egoísmo y la falta de amor son virus en contra de Cristo y la Semana Santa.
La emergencia sanitaria mundial a causa del coronavirus y sus consecuentes restricciones han hecho que la imagen de las iglesias desoladas sea común.
Ahora lo que importa y lo que vale es precisamente lo que parece más pequeño: cuidar y defender la vida. Ángel Garachana, Obispo
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En el Vaticano, el papa Francisco celebró el Domingo de Ramos ante una Plaza de San Pedro vacía, tal y como ha ocurrido en el resto del mundo, adonde las misas han sido transmitidas por radio, televisión y redes sociales, y seguirán de esta forma durante la Semana Santa.
Durante la homilía, Rodríguez Maradiaga destacó los gestos de solidaridad y preocupación por el más necesitado vistos en los últimos días, al recordar que Jesús “nos invita a ser generosos, a compartir, a ser solidarios, a vivir libres de toda ambición de poder, de ser importantes, de tener, que es lo que arruina al mundo y genera injusticia”.
El cardenal Óscar Andrés Rodríguez hizo un llamado a la población a estar unidada.
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El cardenal agradeció al personal de Salud, médicos, enfermeros, militares, policías y miles de voluntarios, “que se han tocado el corazón para ayudar a las comunidades necesitadas”.
En San Pedro Sula.
El obispo Ángel Garachana presidió ayer la eucaristía en la catedral San Pedro Apóstol. “Podemos preguntarnos, ¿la experiencia que estamos viviendo con el coronavirus no cuestiona también nuestra vida en torno a qué valores o estilo estaba asentada nuestra vida o nuestra cultura?”Agregó que esta experiencia “quizá nos está dando valor a lo que antes no dábamos importancia o creíamos secundario”.