Tegucigalpa, Honduras.
Los buhoneros desencadenaron ayer por cuarto día disturbios en el paseo Liquidámbar y la plaza central de la capital. Un grupo de vendedores ambulantes salió a protestar bajo una pertinaz lluvia.
El fin de la manifestación fue exigir a las autoridades municipales que les permitan vender algunas horas en el espacio público con el propósito de llevar alimento a sus casas.
Los informales desde principios de la semana han buscado apropiarse una vez más del espacio público que años atrás fue recuperado. Ayer se reunieron en una esquina de la plaza central para luego desplazarse hacia el paseo Liquidámbar portando el pabellón nacional.
Para lograr su cometido decidieron cerrar por su cuenta las puertas de los negocios formales que se ubican a lo largo de la calle peatonal.
“Si no va a comer el pobre, tampoco va a comer el rico”, era parte de lo que expresaban los enardecidos vendedores al momento de ejecutar el cierre de los locales, cometiendo un acto de vandalismo.
Las amenazas de los comerciantes eran de impedir cualquier transacción en los negocios formales de la zona, situación que al igual molestó a los propietarios de los establecimientos debido a las pérdidas generadas.
Se estima que unos 150 comerciantes, en su mayoría del mercado La Isla, son los que participaron en la manifestación, quienes también exigían tener un diálogo con las autoridades edilicias, quienes no han cedido ante las presiones. “Decidimos hacer una protesta y un plantón con el fin de poder dialogar con las autoridades de la alcaldía, pero hasta la fecha no hemos tenido respuesta alguna”, expresó Mario Velásquez, coordinador de los vendedores.
Enfrentamiento
La jornada de protestas se extendió hasta por la tarde. Por el centro histórico transitan unas 15,000 personas al día, en especial durante esta temporada.
Al momento en que los ambulantes obligaban a los dueños de negocios cerrar sus locales se dieron varios enfrentamientos. En horas de la tarde y en medio de la incertidumbre, los gerentes de los comercios comenzaban a abrir los establecimientos, pero sin imaginar que una vez más se escucharían los disparos en la zona. Se informó que uno de los guardias de seguridad de una tienda, al verse acorralado por un grupo de vendedores, sacó su arma para amedrentarlos.
Minutos después, el celador se refugio en un negocio, lo que enardeció a los vendedores, quienes a su vez estallaron potentes morteros en la entrada del negocio, situación que causó gran alboroto. El guardia decidió entregarse de manera voluntaria ante las autoridades policiales.
Hasta el momento, la zona permanece resguardada por la Policía Nacional.
Los buhoneros desencadenaron ayer por cuarto día disturbios en el paseo Liquidámbar y la plaza central de la capital. Un grupo de vendedores ambulantes salió a protestar bajo una pertinaz lluvia.
El fin de la manifestación fue exigir a las autoridades municipales que les permitan vender algunas horas en el espacio público con el propósito de llevar alimento a sus casas.
Los informales desde principios de la semana han buscado apropiarse una vez más del espacio público que años atrás fue recuperado. Ayer se reunieron en una esquina de la plaza central para luego desplazarse hacia el paseo Liquidámbar portando el pabellón nacional.
Para lograr su cometido decidieron cerrar por su cuenta las puertas de los negocios formales que se ubican a lo largo de la calle peatonal.
 Un guardia de seguridad privada al realizar varios disparos al aire.
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Las amenazas de los comerciantes eran de impedir cualquier transacción en los negocios formales de la zona, situación que al igual molestó a los propietarios de los establecimientos debido a las pérdidas generadas.
Se estima que unos 150 comerciantes, en su mayoría del mercado La Isla, son los que participaron en la manifestación, quienes también exigían tener un diálogo con las autoridades edilicias, quienes no han cedido ante las presiones. “Decidimos hacer una protesta y un plantón con el fin de poder dialogar con las autoridades de la alcaldía, pero hasta la fecha no hemos tenido respuesta alguna”, expresó Mario Velásquez, coordinador de los vendedores.
 Posteriormente, el celador que disparó se entregó a la Policía Nacional.
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La jornada de protestas se extendió hasta por la tarde. Por el centro histórico transitan unas 15,000 personas al día, en especial durante esta temporada.
Al momento en que los ambulantes obligaban a los dueños de negocios cerrar sus locales se dieron varios enfrentamientos. En horas de la tarde y en medio de la incertidumbre, los gerentes de los comercios comenzaban a abrir los establecimientos, pero sin imaginar que una vez más se escucharían los disparos en la zona. Se informó que uno de los guardias de seguridad de una tienda, al verse acorralado por un grupo de vendedores, sacó su arma para amedrentarlos.
Minutos después, el celador se refugio en un negocio, lo que enardeció a los vendedores, quienes a su vez estallaron potentes morteros en la entrada del negocio, situación que causó gran alboroto. El guardia decidió entregarse de manera voluntaria ante las autoridades policiales.
Hasta el momento, la zona permanece resguardada por la Policía Nacional.
 Momentos en que los vendedores ambulantes cierran un local comercial.
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