El asesor diocesano de la Pastoral Juvenil de San Pedro Sula, padre Luis Amador, analiza el comportamiento de la juventud en la actualidad y el papel de las redes sociales. Asegura que es importante el diálogo y la comunicación en las familias para formar las nuevas generaciones.
En la actualidad los muchachos temen al compromiso, por lo que los padres de familia juegan un papel determinante en la formación como primera escuela.
Son una población muy susceptible y a nivel de la juventud no hay confianza en las instituciones, están desencantados de la realidad en que vivimos y eso los lleva a la frustración.
Ellos dicen que los adultos debemos ser consecuentes y dicen que no hay coherencia entre lo que se dice y se hace, demandan espacios para ideas nuevas y más confianza.
Todo depende del contexto y tiene que ver el nivel de vida porque si tienen lo primordial para vivir se están planteando algo en su vida, pero si carecen de lo necesario es diferente. Hay mucho miedo al compromiso y tienen muy baja autoestima, hace falta formar la conciencia, en valores y la mente para que ellos aprendan a confiar.
Hablamos del diálogo y todos los sectores tenemos tareas pendientes. No hay duda que la familia es un motor fundamental y más que esperar un diálogo macro hay que comenzar por uno micro, por las bases, por los padres de familia, las escuelas. Estamos queriendo ver que los cambios grandes vengan de afuera hacia adentro y es a la inversa.
Un joven una vez escribió: “Mamá, ¿que hay de comer?, me lo posteas en el muro del Facebook y si le doy like me lo traes al cuarto, si no, no, porque es que no me gusta lo que hay de comida”. Eso es lo que está pasando y parece broma pero es una realidad. En la era de las comunicaciones es cuando más incomunicados estamos y hemos despersonalizado la comunicación y hemos deshumanizado las relaciones humanas. Hoy todo mudo se ríe con el celular, la computadora y se olvidaron de la relación cara a cara con la persona. La persona puede estar en un nivel de depresión profunda, pero como se va a tomar la foto para las redes se maquilla y pone una carita alegre, y en realidad la está pasando muy mal. Las redes se han convertido en el lugar propicio para mentir, calumniar y mostrar una vida que no existe.
No hay que mentir. Hay familias que publican fotos de familias felices y se están cayendo a pedazos, y hay que plantearse si más que un bien harán un mal, mejor renuncien a ellos.