No tiene más de diez años, pero se ve obligado a trabajar. Desde horas muy tempranas llega al bulevar Juan Pablo Segundo de San Pedro Sula, su aliado es el color rojo del semáforo porque es cuando se acerca a los carros para limpiar los vidrios.
En ocasiones recibe un no por respuesta, pero en otras, los lempiras que le dan los conductores le “alegran” el día. Así como este pequeño, que no asiste a la escuela, son decenas de niños que se ven en los semáforos buscando una manera de subsistir en la gran ciudad.
En el interior del país, un niño espera con su padre que pase el “pick up” que lo llevará a cortar café durante la cosecha, tampoco asiste a la escuela.
Por primera vez en Honduras se aplicó una encuesta nacional sobre trabajo infantil, desarrollada por la organización Visión Mundial y el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), arrojando que en tres departamentos (Gracias a Dios, Intibucá y Lempira) se concentra el mayor porcentaje de trabajo infantil.
Son más de 550,500 niños y niñas hondureños entre 5 y 17 años trabajan en ocupaciones económicas, de autoconsumo o en formación. Además, más de 680,000 niños y adolescentes realizan quehaceres domésticos en condiciones peligrosas o con horarios prolongados, lo cual también se considera trabajo infantil.
En total, más de un millón de niños en el país trabajan antes de alcanzar la mayoría de edad. La prevalencia del trabajo infantil varía según la región, influenciada por factores culturales, pobreza y acceso a la educación.
El trabajo infantil tiene un impacto significativo en los menores, causando agotamiento físico debido a las actividades que requieren gran esfuerzo y a las largas jornadas en condiciones inadecuadas. Esto pone en riesgo su salud y afecta su capacidad de concentración al retomar sus estudios, según indicaron los expertos.
En San Pedro Sula, cerca del 20.3% de su población de 5 a 17 años se encuentra en condiciones de trabajo infantil, muchos de ellos son niños que viven en situaciones vulnerables y están expuestos a la violencia, la pobreza y la estigmatización, pues la mayoría se ubica en los bordos de la ciudad.
En la capital industrial, los niños suelen trabajar en reciclaje, como carreteros ambulantes y limpiavidrios, entre otras actividades. En cuanto al total de menores que realizan algún tipo de trabajo infantil en el país, la mayoría se encuentra en Cortés, con un 19.8%. San Pedro Sula y el resto del departamento registran un 7% y 12.8%, respectivamente.
En el oriente y occidente de Honduras
Gracias a Dios, Lempira e Intibucá son los departamentos en donde, según la encuesta del INE, trabajan más niños. La pobreza es el factor principal.
En Gracias a Dios viven 31,525 menores, pero cerca de la mitad (14,463), que representa el 46%, trabajan en diferentes actividades.
Allan Cruz, subdirector del proyecto Futuros Brillante de Visión Mundial Honduras, explicó que las familias en esa zona viven en condiciones vulnerables, la falta de empleo hace que las familias se dediquen a actividades de subsistencia como la pesca. Es decir, la falta de ingresos obliga a los padres a no enviar a sus hijos a estudiar, haciendo que los menores deben ayudar en las actividades a las que se dedican los adultos.
“Otro tema que hemos encontrado en La Mosquitia es que las familias son bastante numerosas; mientras una familia promedio en el país tiene entre cuatro a cinco hijos, en Gracias a Dios las familias pueden ser de hasta ocho, nueve o diez hijos, entonces con un núcleo familiar tan grande, y teniendo pocos ingresos los niños son obligados a trabajar”, explicó.
La inaccesibilidad a los centros de estudio es otro de los factores del porqué la zona de La Mosquitia es donde se encuentran los porcentajes más altos de trabajo infantil.
Los centros escolares están alejados de algunas comunidades, y al no haber carreteras, ni caminos en la zona, los menores deben viajar en canoas, a través del río para llegar a un centro escolar.
Cruz mencionó que “si llueve fuerte no van, aunque haya escuela, no es fácil para los niños llegar, y la alternativa que tienen es ponerse a trabajar”.
Intibucá es el segundo departamento de Honduras con los porcentajes de menores en trabajo infantil: el 35.2% de los menores de 5 a 17 años se ven obligados trabajar. En ese departamento la población de niños en edad escolar es de 78,206, según la encuesta del INE, pero 27,550 laboran.
El experto de Visión Mundial señaló que Intibucá es el departamento que tiene mayor pobreza concentrada, por lo que aunque el acceso a los centros educativos sea un poco más, las familias no tiene los ingresos suficientes para cubrir sus necesidades, ante eso se ven obligado a expulsar a sus hijos a trabajar.
En Lempira, aproximadamente 37,775 niños trabajan, lo que representa el 34% de la población de 5 a 17 años. La mayoría de ellos se dedica a actividades agrícolas, como el corte de café durante la temporada, así como la siembra y cosecha de hortalizas y verduras para el consumo familiar en la zona.
“La pobreza es tan fuerte en esas zonas que ocasiona que los niños vayan a trabajar”, afirmó Cruz.
El experto aseguró que la situación es preocupante, pero no solo en esos tres departamentos, ya que en 11 de los 18 departamentos del país las tasas de prevalencia de trabajo infantil son entre el 20.3% y 29.2%, muchos trabajando en condiciones peligrosas, horarios prolongados y/o nocturnos, dejando de lado sus estudios.
La zona rural es la más afectada; sin embargo, en la zona urbana también hay niveles altos de niños que se ven expuestos a trabajar.
Impacto en el futuro
Con más de un millón de niños que se dedican actualmente a trabajar, en vez de ejercer su derecho a estudiar, Honduras enfrenta un gran desafío de cara a su futuro.
De no tomar acciones inmediatas en el corto y largo plazo, las repercusiones serán graves para el desarrollo del país y de los niños.
El doctor Héctor Figueroa, director del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, opinó que “esto va a repercutir toda la vida en el desarrollo de los niños y cuando tengan la edad para optar a un empleo, como no se prepararon, van a optar a empleos precarios, donde la remuneración es baja, repitiendo el círculo de la pobreza”.
La encuesta de Visión Mundial y el INE revela que el trabajo infantil afecta directamente en la deserción escolar y la no la asistencia de los niños a las escuelas.
Según los expertos, a los 6 años de edad un menor que trabaja tiene una tasa de asistencia de 85.42%; sin embargo, la asistencia a los centros se reduce aún más a medida el niño crece, llegando al 49.64% cuando cumple 14 años.
Los entrevistados recomiendan que las autoridades desarrollen medidas a corto y largo plazo para reducir el trabajo infantil y asegurar que la niñez hondureña goce de sus derechos.
En el corto plazo, mencionaron programas de becas para retener a los menores en los centros educativos, establecer programas de alimentación con el mismo fin, regular el trabajo doméstico para no contratar a menores.
Además, recomiendan a la sociedad no normalizar el trabajo infantil. A largo plazo sugieren implementar políticas públicas eficaces para reducir los niveles de pobreza, generar empleos para los padres y así mejorar sus ingresos, y reducir las desigualdades sociales en las zonas rurales, fortalecer de manera integral los programas de acceso a la educación en las áreas rurales.