05/09/2024
07:07 PM

'Para graduarme de médico tuve que pasar hambre”

Alberto Jesús Corea López se gradúo de médico en la Unah-vs con el índice más alto

“Tuve que ver morir a una mujer porque en el hospital no había dos pintas de sangre. Por eso quiero hacer la diferencia para cambiar el sistema de salud de este país”, dijo conmovido por el trágico recuerdo Alberto Jesús Corea.

Este joven de 26 años obtuvo el índice más alto de la primera generación de 29 médicos que la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (Unah-vs) graduó el pasado 6 de septiembre.

En su paso por la Universidad siempre figuró entre los mejores estudiantes, gracias al ímpetu y la dedicación que lo caracterizan.

Con tristeza recuerda el motivo que lo impulsó a convertirse en doctor: “Tenía 11 años cuando a mi abuela le diagnosticaron leucemia mieloide aguda. Admiré la dedicación del médico que llevaba su caso, muchas veces llegó a la casa a verla, hizo hasta lo imposible para salvarle la vida; pero lamentablemente la enfermedad le ganó la batalla”.

Corea describe este logro como un “milagro”, pues cuando entró a la Universidad en 2005, la carrera de Ciencias de la Salud aún no existía, se especulaba que se podría abrir en San Pedro Sula, pero nada era seguro.

“Yo creo que Dios me ama demasiado, pues en todo este proceso vi su misericordia. Estuve dos años trabajando como vendedor de pinturas y estudiando al mismo tiempo. En el último período de ese año llegué a pensar que mi sueño ya no se haría realidad, no habían abierto la carrera.

Mis padres no tenía dinero para mandarme a estudiar a Tegucigalpa. Tengo presente el día que hablé con ellos, buscando una solución, pero lamentablemente los problemas económicos eran más fuertes que mi deseo por estudiar. Yo me paré de la mesa y les dije que no volvería a la Universidad, que buscaría empleo a tiempo completo para ayudarlos. Lo que yo quería ser era doctor, pero no se podía. Mi sorpresa fue un mes después cuando el doctor Francisco Herrera (quien era el coordinador de la carrera) llamó para decirme que habían aprobado la carrera. Ese fue el día más feliz de mi vida”.

Fue la dedicación de este admirable joven lo que hizo posible su sueño, ya que había una lista muy grande de aspirantes para entrar, pero solo se escogió a 40, los que tenían excelencia académica y pasaron un examen que les aplicaron para reducir el número de alumnos.

“El siguiente año dejé de trabajar porque tenía clases todo el día, lo que provocó que los problemas económicos se agudizaran. Muchas veces pasé hambre, porque no andaba dinero para la comida y almorzaba hasta las ocho de la noche que llegaba a mi casa. Pero yo siempre he creído que todo lo bueno requiere un sacrificio. Mis papás fueron mi gran apoyo, hicieron esfuerzos sobrehumanos para que yo pudiera culminar mi carrera”, dijo el ahora médico general.

Una de sus mayores dificultades fue comprar los libros que le pedían. El precio de estos oscilan entre los cuatro mil y ocho mil lempiras. Sus padres los tuvieron que pagar a plazos. Otros los compró con los 1,600 lempiras que le daban mensualmente de la beca que recibía todos los meses, por ser estudiante con excelencia académica.

Al igual que los otros graduados, luchó en cada período para que abrieran las clases, pues la carrera de Medicina se fue completando paulatinamente.

“Cada período vivíamos una zozobra, pues no sabíamos si abrirían las otras clases; pero gracias a Dios y al doctor Herrera todo salió bien”. Al nuevo médico le tocó vivir el comienzo de la crisis que actualmente atraviesa el hospital Mario Rivas. Con indignación relató lo que día con día sufren los más necesitados de este país en busca de atención.

“Vi gente morir, por no tener respirador artificial, dinero, medicinas, es triste. Nosotros como estudiantes, aunque queríamos, no podíamos hacer mucho, y llorábamos al perder un paciente por el que habíamos luchado. Lo que hacíamos era poner dinero entre todos los estudiantes de Medicina para pagar algún examen o medicamento y poder hacer el diagnóstico de los pacientes”, contó.

Es por todo esto que Corea en su discurso de graduación exhortó a sus colegas a ser más humanos y a trabajar en favor de los desposeídos.

“Escogimos esta carrera para salvar vidas y debemos hacer exactamente eso”.