Una luz de esperanza ilumina a Honduras, país en el que las muertes violentas, la inseguridad y falta de oportunidades embargan con pesimismo el corazón de muchos hondureños.
El pintor hondureño Olvin Ferrera, y no con palabras, nos dice que sí se puede. Sus obras serán publicadas en un libro.
El destello esperanzador de Ferrera, que perdió sus manos después de migrar buscando un mejor futuro, sigue dando de qué hablar, pues este compatriota no solo logró trascender a su condición física sino que le dio una orden a su mente y a su corazón: ponerse de pie.
El portal Honduras is Great informó recientemente que el pintor hondureño Olvin Ferrera, de talla internacional, fue reconocido por Laureate International Universities que ya le compra varias de sus obras que incluirán en el libro “Here For Good” en una primer edición de 50,000 ejemplares.
El abrazo.
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'Magnífico reconocimiento para un ser humano que pinta, aunque no tenga manos', dice el portal catracho.
Ferrera se sobrepuso, además de a la violencia y al desempleo, a quedarse sin sus manos.
Olvin Ferrera nació en La Ceiba y creció en un hogar desintegrado. Pero su madre siempre estuvo ahí para que terminara la primaria. Aunque las condiciones difíciles lo obligaron a trabajar desde los 12 años.
“Si puedo agarrar una cuchara para comer, probablemente pueda agarrar un lápiz o un pincel, eso fue lo que me dije… tomé unas temperas que estaban por allí y un pincel y empecé…' |
Agobiado por la falta de oportunidades y la mala situación económica, a los 18 años emprendió el viaje como inmigrante hacia los Estados Unidos; pero las autoridades mexicanas lo deportaron y lo enviaron a Guatemala.
Decidido a no volver a Honduras cruzó la frontera de nuevo, pero esta vez se quedó viviendo en México, adonde comenzó a trabajar como albañil.
Cuando tenía casi dos años de estar laborando allá, un desafortunado incidente cambió su vida para siempre.
“Estaba trabajando en una construcción. Levanté una varilla y no me di cuenta que atrás había un cable de alta tensión. Al hacer contacto, la corriente llegó hasta mí, y me dejó casi muerto. Me llevaron al hospital y estuve internado.
A los dos meses, luego de examinarme, los doctores me dijeron que tendrían que amputarme las manos, pues las quemaduras afectaron incluso mis huesos. Para hacer la amputación debía dar mi consentimiento. Pasaron tres días antes de que firmara mi autorización, pero tuve que hacerlo, no había opción”.
Pasaron seis meses antes de que le contara a su familia lo que le había sucedido.
Antes no se dedicaba a la pintura, pero no estaba ni cerca de darse por vencido.
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'Escribo un libro que trata acerca de cómo un accidente puede convertirse en una oportunidad. Aquí presento una de las ilustraciones que estarán en él. se hizo de forma artesanal, óleo sobre manta aquí se las dejo' |
Pintura que aparecerá en el libre del pintor catracho.
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“Seguía viviendo en México. La familia de amigos con los que vivía allá me cuidaban, pero un día le conté a un tío lo que me había pasado y él le dijo a mi madre. Ella se puso muy triste, pero cuando hablamos me dijo que estaba agradecida de que yo estuviera con vida, y acordamos que yo regresaría a Honduras”.
Al regresar, Olvin no quería que nadie lo viera y se sentía limitado en todo sentido.
“Luego del accidente pasaron varios meses en que me tenían que alimentar, porque yo no podía, pero al venir a Honduras ya me pusieron la prótesis en mi brazo derecho y poco a poco aprendí a usarla. Recuerdo la emoción que sentí la primera vez que pude llevarme la comida a la boca por mí mismo, son cosas que uno no aprecia cuando las puede hacer pero que son invaluables”.
Otra preocupación que lo atormentaba era pensar en cómo se ganaría la vida, pues antes de perder sus manos solo había logrado obtener el diploma de sexto grado.
“Pensé en el fútbol, y hasta en cantar, pero nada de eso se me dio. Luego recordé que me gustaba la pintura y empecé cursos para eso. También me decidí a estudiar. Entré al colegio y me gradué de bachiller en ciencias y letras, pero no me detuve, quería seguir, así que me matriculé en la universidad y comencé la carrera de diseño gráfico. Ya solo me faltan 12 clases para graduarme. Si Dios quiere, en 2013 tendré mi título”.
Su perseverancia y talento han sido reconocidos internacionalmente. Acá con William «Bill» Jefferson Clinton, el 42º presidente de los Estados Unidos.
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En su recorrido hacia la autosuperación, Olvin encontró el amor, pues fue en el colegio cuando conoció a Reina Urbizo, quien ahora es su esposa.
“Al principio creía que nadie me podría querer por haber perdido mis manos, pero no fue así. Estaba en segundo de ciclo cuando la conocí. Un día hablamos y decidimos ser novios, luego nos casamos y ahora ya tenemos un hijo de dos años, que es mi orgullo, se llama Mathew”.
El artista hondureño manifestó que luego de estudiar pintura comenzó a vender algunas de sus obras, pero esto es un ingreso demasiado esporádico, así que venció sus miedos y salió a buscar trabajo.
Foto actual del pintor hondureño junto a su familia.
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Su decisión era tal que lo contrataron en una empresa de mercadeo, en la cual dejó de laborar hace poco, para ser diseñador independiente y pintor.
Las obras de Olvin incluso ya tienen la posibilidad de ser conocidas en el extranjero, pues Robert Rey, el famoso doctor 90210, le compró un óleo al artista hondureño.
Olvin además hizo un retrato a Bill Clinton, el expresidente de los Estados Unidos, cuando este visitó Honduras, el cual el exmandatario norteamericano se llevó al marcharse del país.
También ha vendido pinturas a compradores extranjeros.
Sus hijos son su motivación en la vida.
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