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Maestra desnuda carencias educativas

  • Actualizado: 13 marzo 2013 /

Vanessa García enseña a niños de primer grado con libros de texto rotos de la época Maduro.

Los maestros de tierra adentro no solo deben ingeniárselas para educar a los niños de los hondureños más humildes, deben hacerle frente a un sinnúmero de carencias para cumplir con su deber.

La maestra Vanessa García es una de los muchos docentes en Honduras que se tienen que multiplicar por tres o seis para impartir clases en escuelas remotas, como la Pilar Salinas, de la aldea de Buenos Aires de Villafranca, en Atlántida.

García es una profesional del sector público que de lunes a viernes imparte clases, en una misma aula, a los 45 alumnos de los seis grados del nivel primario, en un horario que una vez al año tiene que modificar porque algunos de los niños tienen que dedicarse a la recolección de nances (frutos) para ayudar a sus familias.

Los problemas en la Escuela Pilar Salinas van desde los rústicos pupitres de madera, muchos de ellos dañados por la carcoma, construidos en 1979, hasta la escasez de libros, cuadernos, lápices, pizarra, energía eléctrica, cocina y una bandera nacional.

“Aquí necesitamos muchas cosas como energía eléctrica, computadoras, material didáctico y mobiliario para que los niños reciban clases en mejores condiciones, pedir un segundo maestro para brindar una mejor enseñanza parece que es mucho”, dijo García mientras esperaba la llegada de sus 45 alumnos. Para llegar a Buenos Aires de Villafranca, jurisdicción de Tela, hay que caminar 2.1 kilómetros, desde la comunidad de Villafranca, hacia una montaña por un camino de herradura que solamente se puede hacer a pie o en bestia.

Los 2.1 kilómetros a pie Vanessa García los recorre en una hora y 40 minutos, en una ruta similar a la que hacen la mayoría de sus alumnos que viven en caseríos cercanos a Buenos Aires de Villafranca.

Condiciones precarias

Vanessa imparte clases a 10 alumnos del primer grado, nueve de segundo, ocho de tercero, cinco de cuarto, seis de quinto y siete de sexto (23 niñas y 22 niños en total).

Para poder enseñarles lo básico a sus alumnos, principalmente matemática y español, García explicó que con los de primero y segundo grado trabaja “directamente, es decir una relación alumno-maestro, mientras con los cuatro grados restantes se trabaja con guías”. Para los niños de primero a cuarto grado la escuela no tiene libros de español, solamente de ciencias naturales y ciencias sociales, en mal estado, que datan del gobierno que presidió Ricardo Maduro (2002-2006).

García indicó que por los medios de comunicación se ha enterado que esta semana estará en el país el secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Álvaro Marchesi, en el lanzamiento de un proyecto que llevará la educación a comunidades rurales del país.

Indicó que le gustaría que su escuela fuera tomada en cuenta en el proyecto que promueve la OEI, denominado “Luces para aprender”, orientado a llevar electricidad por medio de energía solar e Internet a más de 66,000 escuelas en Iberoamérica, situadas en zonas rurales y de difícil acceso.

Las clases en su escuela comienzan con el canto del himno nacional y el juramento a la patria de sus pequeños alumnos, que no saben qué es una computadora, pero eso lo desconoce el presidente de Honduras, Porfirio Lobo y su ministro de Educación.