Considerada una de las jóvenes promesas políticas del Partido Liberal de Honduras, la bella comunicadora y ahora diputada Yadira Bendaña piensa que llegó el momento para que Honduras sea gobernada por una mujer.
La exreina de belleza, que representó a Honduras en certámenes nacionales e internacionales y fue uno de los rostros más conocidos de la televisión nacional, está dedicada por completo a su familia, su labor parlamentaria y sus estudios de Derecho.
Nací en el hospital Centro Médico de Comayagüela un 20 de noviembre de 1968. Mis padres son Gilberto Bendaña Aguiluz y Suyapa Flores. Soy la mayor de cinco hermanos (tres mujeres y dos varones).
Mi infancia fue feliz, siempre estuve rodeada del cariño de mis padres, y sobre todo de mis abuelos maternos, porque era la mayor de las nietas, y eso hacía que mi abuelo tuviera algunas deferencias especiales conmigo. Recuerdo que de chica se podía salir a las calles del centro de Tegucigalpa y mi papá y mi mamá me llevaban a pasear al centro. Un recuerdo que atesoro es la noche de la Navidad, pues era especial para nosotros: mi abuela cocinaba, mi mamá estaba ahí y mi papá nos sentaba en sus piernas y nos decía: hagan silencio y escuchen las campanitas de Santa Claus, y no le miento yo llegué a escucharlas.
Ahí entramos a un terreno muy escabroso (ríe). Creo que no fue nada diferente a la adolescencia de los jóvenes, no fue un periodo muy traumático: me gustaba lo que le gusta a todos los muchachos, por ahí algunas inquietudes vocacionales porque me eduqué en una escuela católica y tuve alguno que otro novio (ríe).
La verdad que la adolescencia, será que no la tengo muy marcada o será que se me pasó muy a la carrera, porque ya luego como a los 20 años se complicaron las cosas por andar de traviesa, pues me casé a los 20 años estando embarazada de mi primera hija, Mónica, cuando aún estaba en la universidad.
A los 17 años en la Corporación Televicentro como presentadora de eventos especiales.
Antes había un evento de belleza del Club Rotario que se llamaba Señorita Independencia, y ahí participé y salí favorecida en 1986, tendría unos 17 años. Al siguiente año fui nombrada Miss Turismo de Honduras, sin embargo, realmente nunca llegué al concurso de Miss Honduras, esas fueron las dos únicas oportunidades que tuve la oportunidad de representar al país.
De reina de belleza pasé a ser presentadora de eventos especiales en la Corporación Televicentro con Salvador Nasralla.
Con Salvador mantenemos una relación fraterna, aun ahora que ya se hizo político y militamos en partidos diferentes, pero siempre conservamos una amistad bonita. Él fue en realidad mi mentor, yo aprendí mucho a su lado, y tuve suerte durante esos 20 años que me dediqué a la carrera en el área de televisión que trabajé con gente extremadamente exigente, entre ellos Salvador, una persona exigente y perfeccionista. Luego pasé de las brasas al brasero porque caí en manos de Edgardo Melgar.
Yo siempre he tenido militancia en el Partido Liberal, pero incursiono en política a nivel formal cuando el ingeniero José Simón Azcona Bocock se postuló a la alcaldía y participé en su fórmula como candidata a vicealcaldesa. Yo estaba estudiando en Incae cuando recibí la llamada del ingeniero Azcona a través de Nelson Licona. Esa fue una aventura temeraria porque solo faltaban tres meses para las elecciones.
Yo me precio de ser política. Creo que hay tremendas oportunidades en el mundo político para poder incidir y promover cosas positivas, y es cierto que la clase política nos ha quedado en deuda y que han cultivado muchos vicios en la política, pero como todo, la moneda tiene otra cara.
Fíjese que gracias a Dios hasta este momento no, yo no puedo dar fe de esas cosas.
Más allá de lo que se ha dicho en los medios de comunicación, no podemos afirmar ese extremo porque no fuimos testigos ni partícipes de esas cosas y preferiríamos pensar que no fue así, preferiríamos pensar que hay un compromiso ciudadano de los partidos políticos y que lo que resultó fue producto del trabajo, del pensamiento y mejor criterio de todas las fuerzas políticas.
Claro, los partidos políticos no tendrían razón de ser si no fuera su ambición alcanzar el poder, aunque reconozco que tenemos desafíos importantes a vencer. Pero a pesar de tantos embates e insistencia de vernos destruidos, el partido sigue vigente y su membresía también. El liberalismo es un sentimiento y es irrenunciable.
Creo que el momento llegó hace tiempo, tenemos las competencias, y ahorita hay en nómina mujeres extraordinarias en todos los partidos. Nosotros esperamos que del Partido Liberal surja una mujer que pueda ocupar tan honroso cargo.
Todas tenemos esa aspiración, pero de momento mi meta próxima es graduarme de leyes.