“Ojalá que lo dejen pasar la aduana celestial y que no anden con papadas”, dijo, con una sonrisa, Mario Artiaba, el obispo de la catedral de San Isidro, cuando oficiaba la misa de cuerpo presente del cantautor hondureño Guillermo Anderson.
Frente al altar mayor dominado por el Cristo Crucificado, los garífunas, los entrañables amigos de Anderson, percutiendo lo tambores, cantaron en su lengua materna la canción Santo Negro y también el Padre Nuestro.
Irrebatiblemente, las honras fúnebres del carismático cantautor hondureño, de espíritu aventurero, rompieron los paradigmas de la comunidad católica de esta ciudad y de toda Honduras.
Nunca antes, los ceibeños, los paisanos de Anderson, habían participado en una despedida que, como todas, presagiaba más tristeza que alegría.
Esta vez, el espíritu rebelde de Anderson se manifestó desde que retiraron su féretro de la funeraria San José, ubicada en el barrio Solares Nuevos, hasta que reposó por un momento en el templo de la catedral de San Isidro, en el corazón de la ciudad.
El encarguito, El capitán Morris, Pobre marinero y otras canciones interpretaron los amigos de Guillermo para borrar la nostalgia y darle un cariz de alegría a la partida de alquien que no volverá, pero que, según ellos, quedará en la mente y corazón de todos los hondureños por la contribución que hizo a Honduras como ciudadano y cantautor.
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A las 8:30 am, el féretro de Guillermo posado en una pequeña embarcación que simulaba su velero, abandonó la funeraria, donde permaneció sábado y domingo, y transitó por calles que estaban flanqueadas por niños y adolescentes que le dieron gracias por la música y por su amistad.
“ Gracias Guillermo Anderson por una lluvia con sol”, decía un rótulo que portaba María Aída Orellana, estudiante de Finanzas de 17 años. Junto a ella había más compañeros que de manera escrita expresaban el cariño y admiración que le guardan.
Emilia, Florencia, Carolina y decenas de niños de la escuela San Isidro permanecieron de pie esperando que pasara la embarcación, nutrida de flores, para mostrarle un mensaje sincero: “Dejaste huellas de honestidad, servicio y de amor”.
Otros estudiantes que forman parte de bandas marciales interpretaron las canciones escritas y cantadas por Anderson, como En mi país, El encarguito, Pobre marinero, Así te quiero y otras que ahora están a flor de labio entre los ceibeños.
6 horas duró la despedida. Debido a que muchos artistas querían ser partícipes, la despedida se extendió.
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La embarcación que transportó a Anderson, tirada por un pick up, conducido por Edgardo Quesada, llegó al atrio de la catedral a las 9:05 am.
Antes de que la banda marcial del Instituto Evangélico Bethel comenzara a tocar las canciones, el obispo recibió el féretro que en uno de sus costados sobresalía en relieve la imagen de Cristo.
Los padres del artista, Ida de Anderson y Guillermo Anderson con sus hijos Patrick y Jill, su esposa Lastenia Godoy y sus tres hijas, también los cuñados, ingresaron al templo y ocuparon los primeros asientos.
Artistas garífunas y miembros de la Organización de Desarrollo Étnico Comunitario (Odeco), que ofrecieron el pésame públicamente dentro del templo, colocaron, además de la bandera hondureña, el emblema de franjas colores negro, blanco y amarillo que representa a ese pueblo.
Guillermo Anderson falleció el sábado y lo sepultaron hasta ayer rodeado de todos sus seres queridos
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Luego, el obispo Artiaba roció agua bendita sobre el ataúd y, con música de guitarra, como la de Anderson, cantaron el Salmo 150.
El sacerdote, al oficiar la misa, destacó la conducta de Anderson porque, dijo, vivió en armonía con sus prójimos y con la creación de Dios.
“Él se puso en camino hacia la casa del Padre, preparando muy bien su peregrinación”, dijo el prelado. “Dejó la guitarra, el Facebook, el Twitter y el Instagram”, agregó.
En los últimos minutos de la misa, que se prolongó hasta las 11:15 am, su hija Rocío dio lectura a un discurso emotivo sobre su padre.
“A mi papá no le podía sacar prisa nada, ni en el trabajo, ni en otras actividades y perdía las llaves del carro, el celular, pero siempre las encontraba. A él todo le salía bien”, recordó la hija. Así explicó ella cómo era de sereno Anderson, quien no permitía agobiarse por problemas.
Sepultura
Alrededor de las 11:20 am, en una carroza fúnebre llevaron a Anderson hasta el cementerio Jardines de Paz, adonde los despidieron con música.
Su amigo Moisés Canelo le envió un mensaje desde Estados Unidos. Rodolfo Bueso, en representación de la familia Godoy Bueso, agradeció a Anderson por ser un esposo ejemplar para Lastenia y un padre admirable para sus hijas.
Los amigos artistas y compañeros de grupo musical interpretaron las canciones de Anderson minutos antes de ser sepultado.
“Es bálsamo para mí y para toda mi familia saber que él (Anderson) ha sido una persona tan querida. Ahora con mucho orgullo podemos dejarlo descansar en paz”, dijo Patrick Anderson al expresar su agradecimiento. En privado, la familia depositó el féretro en la fosa a las 1:30 pm.