Hugo Chávez, campeón electoral de América Latina, se enfrenta el próximo domingo a sus elecciones más difíciles, las que elegirán el nuevo Parlamento.
El líder de la Revolución Bolivariana ha demostrado que es casi invencible en las urnas: de las doce elecciones o referendos en Venezuela desde 1998, Chávez y sus aliados han resultado triunfantes en diez, han perdido una (la reforma constitucional de 2007) y ha “empatado” otra (las elecciones regionales y municipales de 2008, cuando la oposición conquistó Caracas, Maracaibo, Valencia y los grandes estados).
¿Por qué no volvería a triunfar el Goliath venezolano frente a los David de la oposición? El campo de batalla electoral es hoy muy distinto
.
Chávez necesita recuperar su carisma entre las clases más desfavorecidas, rentabilizar sus logros sociales y exprimir la mastodóntica maquinaria estatal de la que se sirve sin ningún recato para superar los factores nuevos que preocupan a Venezuela: la recesión económica (caída del 3.5% del PIB en lo que va de año) y la mayor inflación del continente (en torno al 35%).
Además, los escándalos de corrupción que sacuden su Gabinete (130,000 toneladas de alimentos comprados por una filial de Petróleos de Venezuela se pudrieron en contenedores cuando las tiendas estaban desabastecidas), la violencia urbana que desangra a su sociedad y la crisis energética que todavía colea. Por primera vez compite contra una oposición fuerte y unida, pese a que todavía se lame viejas heridas: en 2005 cometieron el error histórico de no presentarse a las anteriores elecciones parlamentarias.
“Huele a 2012...”
Sabedor de las dificultades, Hugo Chávez se ha lanzado a una extenuante campaña personal. Pareciera que sólo existe un candidato de su Partido Socialista Único de Venezuela, PSUV, aliado con comunistas y con los radicales de UPV.
Pocos miran a los propios candidatos, ensombrecidos por la apuesta plebiscitaria de Chávez.
En una masiva caravana ayer en el oeste de Caracas, el Presidente venezolano, apoyado por miles de sus seguidores, todos ataviados con el rojo del PSUV, se apoyó en su tradicional arenga militarista para animar a sus huestes: “Esto es sólo un aviso de lo que les vamos a dar a los escuálidos (opositores) el domingo”. Incluso Chávez fue más allá: “Vamos a demoler a la contrarrevolución, vamos a volverla polvo”.
El líder bolivariano sabe que no sólo se disputan 165 escaños del Parlamento. Sobrepasado el ecuador de su “revolución perpetua” (su hoja de ruta inicial es de 20 años), el programa socialista de Chávez necesita un Parlamento de fiel mayoría absoluta que lo lleve en volandas hasta las presidenciales de 2012. Lo tiene tan claro que no lo oculta: “Huele a 2012… En 2012 se elegirá Presidente de nuevo, y si Dios quiere, estoy listo para asumir el reto nuevamente”.
Los indecisos a definir
Las encuestas más fiables adelantan que el 52% mantiene su apoyo al Presidente y que el 48% votará en contra. Pero los propios encuestadores avisan: jamás antes se mantenía a pocos días de la jornada electoral un nivel tan alto de indecisos, en torno al 37%.
Los famosos “ni-nis”, desencantados de la Revolución, pero indiferentes a los candidatos de la oposición, inclinarán la balanza electoral. El PSUV necesita 110 de los 165 diputados para mantener su agenda socialista en el Congreso y promover cambios legislativos de gran alcance. Incluso le bastaría con 99 actas para imponer una nueva Ley Habilitante, que le permite gobernar sin pasar por el Parlamento, como ya ha sucedido durante dos años y medio de la Era Chávez.
Éstas son las distintas fronteras numéricas que se ha trazado la Mesa de la Unidad Democrática, MUD, sabedora también de que puede alcanzar un buen porcentaje de voto, pero que el reparto de los escaños la perjudicaría por obra y gracia de la nueva Ley Electoral, no proporcional y que prima los bastiones chavistas del interior del país sobre las grandes ciudades de la oposición.
La MUD está formada por un conglomerado de partidos que van desde la conservadora Primero Justicia hasta las izquierdistas Podemos y Bandera Roja, sin olvidar a los dos partidos históricos arrasados por el fenómeno Chávez: la socialdemócrata Acción Democrática y la democristiana Copei.
Por si no fueran pocas las novedades, un tercer partido ha entrado con fuerza a la contienda electoral. Patria Para Todos, PPT, antiguo aliado de Chávez, se ha lanzado en solitario a la carrera electoral para conquistar a los “ni-nis”.
Y al frente, uno de los políticos más respetados del país: Henri Falcón. El gobernador más votado de las últimas elecciones, chavista hasta hace pocos meses, rompió con el líder de la Revolución tras varios desencuentros y bajo una catarata de insultos.
Falcón se negó a expropiar a la Polar, la empresa más poderosa del país, y tampoco cumplió la orden, dictada por el propio Chávez, de reprimir las manifestaciones de estudiantes.
Falcón podría convertirse en un poderoso candidato para 2012. Este próximo domingo también se juega parte de su futuro político.