Tegucigalpa, Honduras
En Honduras volvió a surgir la tésis de que los muertos votan y que los vivos no.
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A menos de una semana de las elecciones generales, varios electores denunciaron diferentes irregularidades en los medios de comunicación.
Para el caso, hay votantes que tienen fotos diferentes en la tarjeta de identidad y en el padrón electoral, lo que podría generar dificultades al momento de ejercer el sufragio.
En estos casos será decisión de los miembros de la mesa si permiten o no votar al portador de su tarjeta de identidad.
Otros se han encontrado con la sorpresa de que han sido eliminados del padrón porque aparecen muertos y, en el peor de los casos, eliminados del Registro Civil.
Las denuncias coparon ayer los medios de comunicación electrónicos por parte de personas que se han sentido afectadas y no podrán votar el próximo domingo porque no aparecen en el censo, ya que fueron excluidos por estar supuestamente fallecidos.
El Tribunal Supremo Electoral (TSE) se ha comprometido a resolver este problema el día de las elecciones generales. Gerardo Martínez, subdirector técnico del Registro Nacional de las Personas (RNP), informó que se han registrado unos 15 casos de personas que aparecen como fallecidas en el padrón electoral.
Según el funcionario, el problema es que se hizo la transcripción de los expedientes desde antes de 1996, cuyos datos estaban pendientes de ingresar al sistema.
“Posiblemente en algún momento reportó la defunción de algún familiar y por error se contempló el número de identidad de quien reportaba en lugar de la persona que murió”, justificó el funcionario.
En estos casos, las personas deben presentarse ante el RNP, donde se hace la corrección “que es un proceso rápido”, en el que se coteja su número de identidad en el sistema y se quita la nota marginal.
Martínez explicó que cuando la entidad formaba parte del extinto Tribunal Nacional de Elecciones no se realizaba con cuidado este tipo de trámites. Por ejemplo, si moría Gerardo Martínez Lozano y había tres personas registradas con ese nombre, se escogía al azar y posiblemente “se mataba” a uno que posiblemente seguía vivo. “Esta era una práctica del pasado, pero acarreamos problemas ahora”, señaló el funcionario.
