Los hondureños despedirán el 2021 y recibirán el 2022 entre el júbilo de muchos por el triunfo de Xiomara Castro en las elecciones generales del 28 de noviembre y la crisis sanitaria que sigue viviendo el país por la pandemia de la covid-19, además de una pobreza en alza.
En la víspera del fin de 2021, Xiomara Castro recibió entre lágrimas y aplausos la credencial de presidenta constitucional de parte del Consejo Nacional Electoral (CNE), con la que oficialmente se convirtió en la primera mujer en llegar a la presidencia del país.
Júbilo entre pandemia y creciente pobreza
Castro, de 62 años, y esposa del expresidente Manuel Zelaya, derrocado en junio de 2009, asumirá el poder el 27 de enero de 2022 en sustitución de Juan Orlando Hernández, quien gobernó durante dos períodos de cuatro años bajo la bandera del Partido Nacional.
Con la salida del poder de Hernández también cerrarán 12 años continuos del Partido Nacional en la sede del Ejecutivo, cuyo primer período lo encabezó Porfirio Lobo.
El triunfo de Castro, con 1.7 millones de votos contra 1.2 millones del candidato oficialista Nasry Asfura causó una explosión de júbilo, principalmente entre los opositores porque marcó el fin de 12 años de Gobierno del Partido Nacional.
Los tres períodos del Partido Nacional salpicaron a Hernández y Lobo por múltiples denuncias de corrupción y narcotráfico, de lo que no escapó en su momento la administración de Manuel Zelaya.
El júbilo por el triunfo de Xiomara Castro, líder del Partido Libertad y Refundación (Libre, izquierda), cuyo coordinador general es su esposo, contrasta con la dura situación que viven miles de hondureños afectados por la pandemia de covid-19, que se comenzó a expandir en marzo de 2020 y una pobreza que ha aumentado.
Desde que comenzó la pandemia, el estatal Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (Sinager) ha registrado 10,434 muertos y 379,542 contagios, en la peor desgracia sanitaria que ha sufrido Honduras.
En 2021 el país ha arrastrado los efectos de los severos daños que dejaron en la primera quincena de noviembre de 2020 las tormentas tropicales Eta y Iota, que junto con la pandemia de covid-19 y otros flagelos como la corrupción y la violencia criminal se convirtieron en azotes para la frágil economía nacional.
Según el director del Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras (Fosdeh), Mauricio Díaz, la pobreza en 2021 superó el 70%, en un país de 9.5 millones de habitantes.
Analistas coinciden en que Xiomara Castro heredará un país en crisis y que son muchos los retos que le esperan, comenzando porque su partido, con 50 de los 128 diputados en el Parlamento, no tendrá mayoría simple (65) ni calificada (86) para aprobar leyes importantes a favor de los hondureños.
Castro, la esperanza de muchos pobres
En el último día de 2021, centenares de hondureños pobres, muchos de ellos niños y adultos, hombres y mujeres, buscaban en calles y bulevares de Tegucigalpa agenciarse de algún dinero “para comer”.
Camino a la sede de la Corte Suprema de Justicia, en el oriente de la capital, Josué Uclés, de 20 años, se gana la vida desde hace dos años y medio limpiando parabrisas de coches cuando frenan a la espera de que el semáforo se ponga en luz verde.
Josué dijo que no votó en las elecciones de noviembre porque no pudo conseguir el nuevo documento nacional de identificación, pero que de haberlo hecho su voto era para Xiomara Castro, de quien espera que “haga cambios en la educación”.
Según su relato, Josué ha dejado interrumpida su educación en el noveno grado y este año no pudo continuar de manera virtual por las interrupciones en su colegio debido a la pandemia de covid-19.
Además, Josué espera que con Xiomara Castro la Policía Nacional deje de perseguir a las personas que buscan ganarse la vida en la calle, trabajando o pidiendo, porque no tienen un empleo seguro.
A pocos metros de donde se moviliza Josué, se ganan la vida, bajo una carpa improvisada y sobre una acera, Melisa Hernández y Nicolle Gómez, vendiendo “baleadas”, un platillo típico hondureño y panes simples con fríjoles, huevo, queso y mantequilla.
Las dos mujeres menores de 30 años llevan varios años en la misma actividad, ganando un salario de 250 lempiras diarios (10 dólares) en un negocio que no es de ellas.
“La dueña del puesto es una tía mía, me gustaría trabajar en algo propio o un empleo fijo en el que pueda tener derechos”, dijo Melisa, casada y madre de dos hijas de 12 y 3 años.
Melisa indicó que votó por Xiomara Castro, de quien espera que “haga un mejor gobierno que beneficie al pueblo”.
El optimismo y las esperanzas de Melisa contrastan con la actitud de Nicolle, madre soltera, con un hijo, quien expresó escuetamente que le “da igual lo que haga” la presidenta, porque nunca ha recibido ayuda de ningún gobierno. “Aquí estoy bien, aunque pobre”, concluyó.