Solo un huevo cuesta siete lempiras, pero algunas familias del corredor seco sobreviven con L6 diarios.
Juan Pérez, un agricultor de Texíguat, El Paraíso, es claro en sus cuentas: “Trabajo por mucho dos veces al mes y gano 100 lempiras por cada vez, ¿qué quiere decir eso? Claro, que mi familia y yo tenemos que aguantar hambre”.
LA PRENSA se sumergió en la miseria que golpea el corredor seco y atestiguó que algunas familias solo viven con 200 lempiras en un mes, quiere decir que dividirlo entre los 30 días del mes, el cálculo dicta que son seis lempiras para un día.
Las familias no tienen alimentos y las autoridades carecen de la voluntad para solucionar la problemática que padecen más de dos millones y medio de hondureños en inseguridad alimentaria. Son más de 80 municipios que abarca el corredor seco.
¿Pero, qué hacen con los 200 lempiras en un mes? Don Juan trabaja de agricultor cuando alguien le da empleo en la zona rural, pero es consciente que con esos limitados recursos solo aguantará hambre junto a su esposa y seis hijos.
“La mayoría de días tenemos que aguantar hambre. Los días que trabajo comemos un huevo para toda la familia, se compra la masa y se echa tortillas”, explica. “Tenemos que aguantar con eso porque si no el resto de días nos soca la tripa”.
Así de claro y trágico es el panorama entre algunas familias del corredor seco. Al conversar con ellos transmiten esa sensación de que no comer uno, dos o más de tres días es algo normal y aunque eleven su clamor por ayuda, las autoridades los ignoran, afirman. La libra de masa cuesta 12 lempiras y sacan 30 tortillas.
Esta familia de 8 integrantes solo tienen el derecho a una tortilla en un tiempo de comida, a sal, y a lo que ajuste de un huevo para las ocho personas. Estos alimentos deciden ellos si comerlos como desayuno, almuerzo y cena, pero solo en un tiempo pueden comer, de lo contrario no habrá para más días.
Don Juan espera que la situación cambie si la siembra de primera da resultados, todo depende de la variabilidad del clima. “Ya estamos sembrando, ya sembramos. Sembramos maíz y frijoles”, dice. De poder cosechar, esta familia ya tendrá por lo menos los granos básicos para pasar los días.
“Del parte del gobierno no tenemos nada, estamos reventados, aquí no vienen, estamos como olvidados, si no es por la bendición de Dios estamos cabal porque no hay empleo, no hay cómo comer en días”, externa a LA PRENSA.
Entre clases o trabajo
Este rotativo también se adentró en el polvo y el calor de Alubarén, sur de Francisco Morazán. Se conoció que los niños en este municipio ganan 5 lempiras por cargar leña o agua y tienen que caminar hora y media.
“Quiero ir a la universidad, ser militar o andar manejando aviones”, es el sueño de la pequeña Stephany. Solo tiene 10 años, pero su lamentable realidad para conquistar sus deseos es otra. Stephany (nombre ficticio) vive en las entrañas de la pobreza.
Así como ella, niños del corredor seco tienen que decidir entre un día de clases o cargar leña o agua por hora y media para ganar L5 y así poder ajustar algo de alimentos para ya no comer tomates podridos o ciruelas.
LA PRENSA finalizó este recorrido constatando la vulnerabilidad de esta zona rural en el oriente de Honduras.“A veces quiero un churro y no puedo comprarlo”, termina la pequeña Stephany.