De los 250 jóvenes que han abandonado
extorsión, chantaje, sicariato, narcomenudeo y el temido impuesto de guerra.
Cientos se encuentran recluidos en cárceles, muchos en celdas de máxima seguridad y desde ahí dictan estrategias y delitos. Se conoce que solo hay dos formas de dejar la mara: convertirse en miembro de una Iglesia o la muerte.
Ardua labor
Aunque la mayoría de hondureños les teme, aún hay quienes ven la luz al final del camino y creen que esta generación tiene una esperanza para reconciliarse con la sociedad e integrarla como iguales. El obispo opina que se han dado importantes pasos en esta dirección. “Muchos de ellos han aceptado borrarse los tatuajes, pero las manchas cobran factura y el simple hecho de estar cicatrizado les veda la oportunidad de trabajar”, explica.
La Iglesia Católica y la Evangélica trabajan en las comunidades donde las pandillas tienen el control. Su labor se expande a los centros penales.
Aceptar salir de la mara y pandilla es el primer paso. Las Iglesias trabajan para dar apoyo a los jóvenes que quieren comenzar de nuevo. “Estamos dedicados a ayudar a los pandilleros para que dejen las pandillas. Nuestro objetivo es ayudarles a recuperarse y cambiar, prevenir, queremos evitar que se metan en las pandillas y en eso estamos”, asegura el obispo.
Las tentaciones afloran para que los integrantes de estos grupos duden en dar ese paso. Afuera hay grupos del crimen organizado que les dan trabajo y una manera rápida de hacer dinero.
“El crimen organizado los busca, les ofrece dinero rápido. Buscan dinero fácil y eso pasa mucho en Honduras, no solamente a los pandilleros. El problema de Honduras es el becerro de oro. Hay gente arrodillada ante el becerro de oro, adorando el dinero como a Dios, y son capaces de vender a su propia madre”, recalca Emiliani.
Frustración
Pese a todo el esfuerzo, hay frustración e impotencia en Emiliani, quien no ha logrado mayores avances en ese proceso de rehabilitación y reinserción que inició hace 13 años.
“Creo que muchos jóvenes pueden cambiar, dejar esa mala vida. Dios ha hecho al ser humano bueno, se daña en el camino, pero quiere cambiar”, expresó el religioso.
Los persigue la muerte
Según estadísticas de la Fundación Unidos por la Vida, 66 de los expandilleros en rehabilitación han sido asesinados. Algunos de ellos eran ejemplares, con más de nueve años de haber dejado las agrupaciones. Trataban de cambiar sus vidas.
Un ejemplo fue Ronald Jovel Miranda Ávila (31), asesinado el pasado 25 de abril en la 7 calle y 6 avenida del barrio Medina.
“Era un ejemplo, un líder que de verdad se había rehabilitado. Había dejado la pandilla 18 y ahora Jovel viajaba al extranjero para dar su testimonio. Llevaba una vida ejemplar, pero la mara no le perdonó que se uniera sentimentalmente con una exintegrante de la MS y lo mataron”, dijo un amigo de la víctima.
Miranda andaba de compras el día de su muerte. Eran las 5:00 pm cuando salió de una ferretería y llamó a su papá, un taxista, para que los fuera a traer.
No había recorrido ni una cuadra cuando dos sujetos comenzaron a dispararle.
La muerte de Jovel dejó un vacío dentro del centro donde colaboraba, incluso entre los sociólogos y psicólogos que trabajaron con él.
“De los muchos pandilleros que yo atendía, 66 con los que tuve cercanía están muertos. Habían dejado las pandillas o seguían en ellas y no querían meterse en nada malo, pero ya están muertos”, recuerda Emiliani.
Hay esperanza
Para el psiquiatra Bismark Espinoza, con un tratamiento integral de 10 pandilleros podrían rescatarse cinco, siempre que se piense no solo en la terapia ocupacional, sino en la parte cognitiva, mental.
“El defecto de personalidad no se les va a quitar si solo están haciendo hamacas o en otras actividades. El núcleo de la patología estará presente, pero si hay un programa integral, podría haber un éxito. En los casos que he visto diría que por lo menos la mitad podría mejorar bastante”, explicó el especialista.
En el Gobierno, Salud Pública tiene el Programa Adolescentes, auspiciado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que ofrece en los hospitales asistencia de psicólogos y personal especializado para detectar a los niños y adolescentes que presentan problemas de conducta.
Detección temprana
El experto advierte la necesidad de una detección temprana de los problemas de conducta de los menores, especialmente de aquellos que viven en zonas de riesgo o afrontan presiones para entrar en grupos antisociales.
Según él, se deben establecer programas preventivos para saber qué hacer con los jóvenes.
“Es urgente tener programas preventivos porque nos encontramos con jóvenes psicópatas que cuando están entre 18 y 20 años resulta complicado ayudarlos. Hay que ir a las escuelas. Los padres de familia no pueden evadir su rol”, dijo Espinoza.
Charlas y capacitaciones, presencia de psicólogos y psiquiatras en las escuelas para detectar a los muchachos en riesgo y ofrecerles ayuda son parte vital del esfuerzo que debe hacerse. “Los jóvenes están deprimidos, con problemas de droga y de comportamiento”, advierte Espinoza.
Lobo acepta que Gobierno paga “impuesto de guerra”
El presidente Porfirio Lobo Sosa reconoció ayer que un sector del Gobierno se ve obligado a pagar extorsión. El mandatario asistió ayer al Congreso Iberoamericano de Jóvenes Empresarios, donde participó en un debate sobre emprendimiento joven. El evento en el centro de convenciones de Expocentro en San Pedro Sula permitió que los participantes le hicieran unas consultas a Lobo Sosa. Llamó la atención de todo el público un joven universitario que le consultó por qué el Gobierno paga impuesto de guerra.
El silencio en el salón fue interrumpido por una lluvia de aplausos que duró más de un minuto. Lobo Sosa tomó el micrófono y respondió: “No entendí esa parte”.
El joven insistió: “Le pregunto por qué el Gobierno paga impuesto de guerra”. Nuevamente, el mandatario le pidió una explicación de lo que decía.
El adolescente le señaló a Lobo Sosa que en las redes sociales había circulado una carta donde se mencionaba que el Gobierno también se veía obligado a pagar por extorsiones, a lo que el Presidente contestó.
“Conozco de maestros y escuelas que lo pagan. Tenemos un problema de inseguridad y no lo escondemos”, reconoció.
Lobo Sosa se refirió a la unidad especial antiextorsión y dijo que ha dado fuertes golpes a bandas de extorsionadores y les pidió a los jóvenes colaborar para combatir este delito denunciando al 911.
¿Qué pueden hacer los padres?
» Hable con su hijo de manera abierta y franca. Dígale que usted no está de acuerdo con las pandillas. Explíquele qué podría suceder si se une a una pandilla o mara. Dígale que podría resultar herido físicamente o presionado a cometer actos delictivos que podrían traerle como consecuencia un arresto. Dígale que podría perder su vida.
» Asegúrese de que su hijo participe en actividades saludables y supervisadas, especialmente después del horario escolar.
» Averigüe a dónde va su hijo en su tiempo libre. Conozca a los amigos de su hijo y a sus padres.
» Participe en la educación y en la escuela de su hijo. Aliéntelos a estudiar y a permanecer en la escuela.
» Establezca límites para su hijo y vele por que se cumplan. Dígale a su hijo que él es especial y que usted se preocupa por su seguridad.
» Obtenga información acerca de las pandillas o maras en su vecindario. Averigüe qué ropa usan los pandilleros y cuáles son sus signos y símbolos (como los tatuajes, los colores, el estilo de peinado y vestimenta, etc.). Pregunte acerca del graffiti de pandillas o maras que vea en las paredes y otros lugares.
» Si ve que su hijo usa ropa o símbolos al estilo de las pandillas o maras, dígale que no está de acuerdo. Si sospecha que su hijo está comenzando a involucrarse con una pandilla o mara, actúe rápidamente.
»
Asegúrese de que su hijo sepa que usted lo ayudará con sus problemas y no lo juzgue injustamente. Anímelo a hablar con usted. Si no quiere hacerlo con usted, pídale que hable con un familiar, un amigo mayor, el consejero escolar, un líder juvenil, su sacerdote o cualquier otro adulto en el que confíe.
Perfil del psicópata
Psicópatas Carecen de empatía, no sienten emociones por las personas que los rodean. No tienen remordimientos, por lo que hacer daño físico o psicológico a otro no les causa ningún roblema. No distinguen el bien del mal y son fríos.
Personalidad Dependiendo del entorno en que se encuentran, pueden llegar a ser tan camaleónicos como se lo propongan. Son como hábiles actores en su escenario, mostrando ante el resto de individuos un personaje acorde a su objetivo. Siempre justifican lo que hacen.
Conducta Son manipuladores, siempre buscan chivos expiatorios y cubren sus espaldas poniendo en riesgo a los demás. Nunca arriesgan sus bienes ni su posición, sino que siempre lo hacen compañeros, familiares o personas. Son calculadores.
Inseguro Actúan en grupo. Individualmente se vuelven débiles. Tienen un defecto de personalidad, saben lo que hacen y se muestran muy inseguros. No tienen planes a largo plazo, son cortoplacistas. Tratan de bajar la estima de las personas que los rodean para mostrar su superioridad.
Como saber si su hijo está en Maras o Pandillas
» Inasistencia a clases
» Las calificaciones bajan
» Ausentismo escolar
» Cambio en el comportamiento (volverse irrespetuoso y no obedecer las normas en el hogar)
» Uso de alcohol y drogas
» Estar en la calle más tarde que lo habitual
» Posesión de armas
» Cambio repentino del estilo de la vestimenta (más prendas de un color específico)
» Amigos de personalidad dudosa
» Fotos con amigos que exhiben señales con las manos y o pañuelos
» Graffiti de pandillas o maras en libros, carpetas, escritorios y paredes.
» Tatuajes con el nombre de la pandilla