El polaco Karol Wojtyla, primer Papa eslavo de la historia, gobernó la Iglesia Católica durante casi 30 años, la hizo entrar en el tercer milenario y quedará en los anales de la segunda mitad del siglo XX y principios del siglo XXI por su carisma, su estilo y sus ideas, a la vez modernas y conservadoras.
Los últimos años de su vida fueron un largo y doloroso combate contra la enfermedad, pero el anciano Papa, el único que conocieron las nuevas generaciones, había sido al comienzo de su mandato un hombre lleno de fuerza, un vigoroso deportista que amaba relacionarse con la gente.
Desde el inicio mismo de su pontificado imprimió su marca particular. Su elección al trono de San Pedro, el 16 de octubre de 1978, cuando tenía 58 años, se produjo tras dos días de cónclave y constituyó una sorpresa, ya que su nombre no figuraba entre los favoritos.
Nació en Wadowice, una pequeña ciudad a 50 kms. de Cracovia, el 18 de mayo de 1920. Era el más pequeño de los tres hijos de Karol Wojtyla y Emilia Kaczorowska. A partir de 1942, al sentir la vocación al sacerdocio, siguió las clases de formación del seminario de Cracovia. Tras la Segunda Guerra Mundial, continuó sus estudios hasta su ordenación sacerdotal el 1 de noviembre de 1946. Ejerció su ministerio con incansable espíritu misionero, dedicando sus energías, movido por la “sollicitudo omnium Ecclesiarum” y por la caridad abierta a toda la humanidad. Su amor a los jóvenes le impulsó a iniciar en 1985 las Jornadas Mundiales de la Juventud. En las 19 ediciones se reunieron millones de jóvenes del mundo.
Promovió el diálogo con los judíos y con los representantes de las demás religiones, convocándolos en varias ocasiones a encuentros de oración por la paz. Bajo su guía, la Iglesia se acercó al tercer milenio y celebró el Gran Jubileo del 2000 y se asomó después a la nueva época en la que mostraba a los fieles el camino del tiempo futuro. Promulgó el Catecismo a la luz de la Revelación. Reformó el Código de Derecho Canónico y el Código de Cánones de las Iglesias Orientales; y reorganizó la Curia Romana. Falleció el 2 de abril de 2005.
Desde aquella noche hasta el 8 de abril, día en que se celebraron las exequias, más de tres millones de peregrinos le rindieron homenaje.