28/04/2024
02:25 AM

Don Mario, el arquitecto de las miniaturas

Su original artesanía tiene asombrados a sus vecinos, sus diseños son producto de su ingenio.

No le dejaron una herencia millonaria, pero sí un talento que vale oro. Don Mario Perdomo hace verdaderas obras de arte con piedra poma y madera.

Su ingenio, dedicación y paciencia son tan impresionantes como los diseños que tallan sus manos.

Todo se lo atribuye a sus progenitores, pues su padre Mario Perdomo era ebanista y se dedicaba a hacer marimbas de madera y su madre Donatila Rodríguez fabricaba nacimientos de barro en Colinas, Santa Bárbara, de donde es originario.

En la colonia Guadalupe de San Pedro Sula, todos los vecinos conocen y admiran su talento, pues su taller solo está conformado por un banco de madera en el que trabaja al aire libre.

El señor de 55 años corta pedacito por pedacito la piedra poma y los utiliza para hacer las paredes o los cercos de las pequeñas casas de madera que también son fabricadas por él.
La decoración de cada diseño es original.

Pasión por la madera

Don Mario relató que, por ser el menor de cuatro hermanos, no logró aprender el oficio de su padre, pero eso no lo detuvo a trabajar con la madera y ahora a incorporar la piedra poma.
“Una vez, un señor me dijo ‘vos podes hacer eso porque tu papá podía”, relató don Mario.

Fue entonces que se propuso hacer un chinero de madera y lo logró. Eso fue hace 20 años. “Me quedó todo feo, pero pasó la prueba porque me dejaron trabajando”.

Así pasó ocho años de su vida fabricando artículos de madera. Para salir de la rutina buscó trabajo en una gasolinera y al tiempo decidió colocar una pulpería que atiende con su esposa Carmen Zúniga.
Como su negocio estaba en casa, don Mario tenía más tiempo libre y entonces reanudó el trabajo en la madera, esta vez en miniatura.

Durante tres años se dedicó a hacer estos hermosos adornos.

Pero un día, mientras su mente inquieta daba vueltas encontró una bolsa de piedra poma que su esposa utilizaba para lavar trastes.

“Una vez que miré la bolsa de piedras le dije a mi doña que yo iba a hacer casas con ese material y así lo hice”, expresó este arquitecto de la piedra poma y la madera.
No lo hace por dinero

No le gusta imitar, por eso se propuso innovar y lo logró. Lleva cerca de seis meses diseñando esta hermosa artesanía.

Cuenta que la piedra poma se la trae uno de sus hijos desde Omoa, Cortés, y consigue la madera en los grandes talleres.

Ha hecho más de veinte casas, cada una de las cuales le toma unos dos días para fabricarla, pues asegura que requieren muchos detalles.

A pesar del tiempo que le toma hacer cada una de sus obras, Don Mario ofrece precios cómodos, pues asegura que no lo hace por dinero, sino por satisfacción personal.

“Mi doña me regaña porque soy baratero, pero es que a mí no me gusta cobrar caro, nunca aprendí a dar precios. La gente que pasa por aquí me dice que este trabajo es caro, pero me da más alegría saber que les gusta que venderlas caras”.

Dijo que para diciembre algunos amigos le han hecho encargos para darles regalos a sus esposas.

“Me da lástima venderlas porque les tengo amor. Desde en la noche ya sé en qué voy a trabajar por la mañana porque la mente no me para de trabajar”.

Su sueño

Don Mario, como todo hombre con talento, tiene un sueño: contar algún día con su propio taller debidamente acondicionado para darle rienda suelta a su imaginación. “Cuando llueve no puedo seguir trabajando porque paso afuera de mi casa haciendo este trabajo”.

También anhela participar en una exposición donde los ciudadanos aprecien sus hermosos diseños.

“Quería participar en una exposición, pero me cobraban 3,500 lempiras y no tenía ese dinero”, lamentó.

Dijo que no le coloca a sus obras la etiqueta: “hecho en Honduras” porque los ciudadanos no valoran el talento nacional.

De los materiales que utiliza no desperdicia nada, pues siguen ocupando hasta el polvo que queda de la piedra para lavar los trastes.

“Cuando empieza una casa no come hasta que la termina y aunque esté enfermo no para de trabajar”, expresó Carmen Judith Zúniga, esposa de don Mario.

Comentó que ella compra floreros y él se los desarma para decorar sus casas. Alguna de las casas de don Mario están decoradas con pedazos de llavines, audífonos, carros de juguete, tela metálica y objetos que él encuentra botados.