La inseguridad alimentaria que afecta a cerca de 1.9 millones de hondureños está teniendo un impacto alarmante en la primera infancia, según revela la más reciente Encuesta de Demografía y Salud (Endesa).
El estudio indica que el 19% de los niños y niñas menores de cinco años en el país sufren de desnutrición crónica, mientras que un 4% se encuentran en una condición severa.
Esto significa que dos de cada diez menores en esta franja de edad no están alcanzando la talla adecuada para su edad, lo que se traduce en un retardo en su crecimiento.
La Endesa explica que la desnutrición crónica es el resultado de la falta prolongada de una nutrición adecuada en los primeros años de vida, a menudo exacerbada por enfermedades recurrentes.
Las consecuencias de esta situación van más allá del desarrollo físico, afectando también el desarrollo cognitivo de los menores. Lestter Mejía, especialista en seguridad alimentaria de Visión Mundial, advierte que “los niños desnutridos tienen mayores dificultades para aprender en la escuela, lo que se agrava con la deserción escolar debido a la falta de nutrientes esenciales durante sus primeros años de vida”.
Áreas rurales las más afectadas
El estudio también revela que la desnutrición crónica es más prevalente en las áreas rurales, afectando al 23% de los niños, casi el doble que en las zonas urbanas, donde la tasa es del 12%.
Los grupos de edad más afectados son los niños de 24 a 35 meses, con una tasa del 23%, seguidos por los de 36 a 47 meses, con un 22%. Los menores de cinco meses presentan la tasa más baja, con un 9%.
Además de la desnutrición crónica, la desnutrición aguda y el sobrepeso también afectan a los menores de cinco años, aunque en menor medida.
Según Mejía, “la desnutrición aguda, que se mide en períodos más cortos, afecta al 2% de los niños en Honduras, mientras que el 5% de los niños padece de sobrepeso, lo que los predispone a enfermedades como la diabetes y la hipertensión en la adultez”.
Factores contribuyentes
El acceso limitado a alimentos y su disponibilidad para las familias hondureñas se ve condicionado por factores como la pobreza, el cambio climático y la falta de educación nutricional.
Un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de 2024 destaca que, hasta 2022, el costo diario de una dieta saludable en Honduras era de 4.37 dólares (aproximadamente 108 lempiras), lo que hace que el 39% de la población no pueda permitírsela.
Lestter Mejía señala que “aunque los alimentos estén disponibles en los mercados locales, muchas familias no pueden comprarlos ni cultivarlos, lo que restringe su dieta a opciones básicas y menos nutritivas, especialmente en regiones como el corredor seco, donde la dieta se limita a frijoles y tortillas”.
En algunos casos, la falta de educación nutricional también juega un papel crucial en la malnutrición.
Mejía menciona que “familias que podrían acceder a una alimentación balanceada eligen consumir alimentos procesados o bebidas carbonatadas en lugar de frutas y verduras que podrían cultivar en casa, lo que contribuye al sobrepeso y la obesidad en los niños”.
Promover la lactancia Materna para combatir la desnutrición
Fiama Castillo, nutricionista y técnica en seguridad alimentaria del Observatorio de Seguridad Alimentaria Nutricional de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (OBSA-UNAH), subraya la importancia de promover la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida para reducir la desnutrición en la primera infancia. “Los primeros mil días de vida son cruciales para el desarrollo adecuado del niño”, afirma Castillo.
A pesar de su importancia, los indicadores muestran que solo el 30% de las madres hondureñas practican la lactancia materna exclusiva, lo que resalta la necesidad de intervenciones tempranas y sólidas para combatir la inseguridad alimentaria y la desnutrición en el país.
Los expertos coinciden en que es fundamental apoyar a los productores locales para garantizar una alimentación nutritiva a las familias hondureñas y fomentar la educación nutricional en las escuelas para cambiar los hábitos alimenticios de las futuras generaciones.