El descontento de los hondureños con los partidos políticos debe ser un aldabonazo a la clase política para reinventarse, renovar sus propuestas y sus cuadros y evitar así el surgimiento de líderes mesiánicos o antisistemas que pongan en peligro la debilitada democracia hondureña, a juicio de analistas y dirigentes de la sociedad civil.
Según la última encuesta de Cid-Gallup publicada ayer por Diario LA PRENSA, existe un creciente descontento de los hondureños con la clase política, hasta el punto que el 42% de los consultados asegura que no tiene preferencia por ningún partido.
Entre la gente que sí es partidaria, el 34% simpatiza con el gobernante Partido Nacional; el 12% con el Liberal y el 11% con Libre.
A juicio de Alberto Solórzano, expresidente de la Confraternidad Evangélica de Honduras (CEH) y miembro de la Comisión de Depuración de la Policía, ese porcentaje de gente que no se identifica con una organización partidaria debe ser un llamado de atención para que los partidos políticos reflexionen profundamente y tomen decisiones para revertir esa tendencia que va en aumento.
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En ese contexto, el líder evangélico consideró que el reto es grande, pero por el bien de la democracia se debe mandar mensajes esperanzadores con acciones puntuales para que la indiferencia, incredulidad y apatía se reviertan, ya que aún hay tiempo para ello.
Fenómeno millennial
Por su lado, Miguel Cálix, analista político, dijo que este no es un fenómeno exclusivo de Honduras, sino global y ello explica el surgimiento de figuras antisistema o outsider no vinculadas a los partidos políticos o que provienen de sectores no tradicionales de la política como ha ocurrido en Ucrania, Guatemala y el mismo Estados Unidos. Recordó que antes de 2009, cuando todavía predominaba el bipartidismo, el principal sector del electorado que buscan repartirse los liberales y nacionalistas eran los indecisos, es decir, aquellos que no manifestaban simpatías por un partido, sino por un candidato. 6
millones de votantes fueron convocados a las elecciones generales de 2017, de los cuales 2.5 millones se abstuvieron de votar.
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Recordó que desde hace cuatro o cinco elecciones un porcentaje mayor al 70% de la población hondureña vota por el mejor candidato y no por partidos, y de ahí que cada institución partidaria se vea obligada a presentar su mejor candidato.
En ese sentido, consideró que esto representa un desafío para los partidos porque mientras no se aparten de las tradicionales formas de hacer política y no satisfagan las necesidades y demandas más sentidas de la población están expuestos a candidatos outsider o a un abstencionismo creciente.
Líderes mesiánicos
Por su parte, Olban Valladares, excandidato presidencial, advirtió que la falta de preferencia del 42% de la población, por ninguno de los partidos políticos en el país, puede generar un fuerte “abstencionismo” o que aparezca un candidato “mesiánico” que no reúna las cualidades y capacidades para ser presidente de la República.Explicó que una de las cosas que puede pasar es que el pueblo, frente a una ausencia total de una alternativa confiable, se abstenga de acudir a las urnas o pueda votar por un candidato “mesiánico”.
Declaró que ese 42% de hondureños que no tienen ninguna preferencia política, es el reflejo, claro e inequívoco, que los hondureños y particularmente la juventud, que forma parte del grueso de los electores, ya no creen y tampoco tienen esperanza en los partidos tradicionales.
Lastimosamente, algunos de los partidos que han surgido en los últimos meses, los identifican como esos “partos extraños” donde se siente la mano del partido gobernante.
A su juicio si hubiese una oposición organizada, coherente y orientada a alcanzar el poder, para realizar transformaciones en el país, esto tendría otro rumbo, pero, lamentablemente, “no podemos decir que hay esperanza de un cambio de orientación”.