Martín García está tan satisfecho de haber eliminado la plantación de palma aceitera que ahora le ayuda a productores amigos para que hagan lo mismo y se dediquen a cultivar naranjas, limones y mandarinas.
Hace tres años, cuando el precio de la tonelada de aceite de palma bajó a $599.50 de $1,292 (2011), García concluyó que había llegado el momento de poner a trabajar un buldócer y una retroexcavadora para barrer desde las raíces absolutamente toda la palma que había cultivado en un área de 18 manzanas en la aldea El Tapón.
“Todo mundo sembró palma porque aquí pagaban más de L4,000 la tonelada, pero el precio comenzó a bajar. Entonces, yo decidí botar toda la plantación porque con esos precios no podía continuar y estaba arruinando la tierra”, expresó.
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Dado a que la plantación no era tan antigua (no superaba los cuatro años), con esas máquinas, García y sus trabajadores lograron en tres semanas derribar las palmas, remover las raíces, quemarlas y preparar la tierra para un nuevo cultivo.
“No me arrepiento de lo que hice. Si me tocara hacerlo otra vez, lo haría. Ahora tengo cultivadas naranjas, limón persa y rambután y estoy cosechando bastante. Esto es una bendición”, comentó.
Diversidad, producción y exportaciones
Raúl Reyes, gerente de la Asociación de Citricultores de Sonaguera (Acison), muestra los primeros sacos de naranjitas abortadas por los árboles que enviarán a Francia en las próximas semanas. Los productores de Sonaguera también exportarán jugo a las islas del Caribe.
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Motivados por las oportunidades que ofrece el mercado internacional, más agricultores, como García y sus amigos, se suman a la citricultura, una actividad que desde hace 70 años ha sostenido la economía de este municipio de 46,072 habitantes, según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
Aquí, más de 4,500 hombres y mujeres (agrupados en siete cooperativas) cosechan unas 150,000 toneladas métricas de naranjas, que convierten en concentrado para el mercado nacional y extranjero.
En el siglo pasado, la citricultura comenzó en el departamento de Cortés y más tarde se diseminó en Colón.
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“Nuestras tierras nos bendicen, esto es una maravilla. Chupar una naranja es consumir vida, es adquirir vitaminas. Esa es la razón por la cual es un producto agrícola que siempre tendrá demanda en el mercado mundial”, manifestó Raúl Reyes, gerente de la Asociación de Citricultores de Sonaguera (Acison).
Las naranjas son tan bondadosas, explica Reyes, que además de aportar jugo generan otros subproductos, como las semillas (son desparasitantes) y la cáscara, la cual es comprada por compañías europeas para la perfumería y alimentos.
“Nosotros no estamos exportando la concha, que es más cara. Algunos productores de Sudamérica sí lo están haciendo. Nosotros estamos exportando la naranjita abortada, hasta de una pulgada de diámetro, para obtener la hesperidina”, detalló. “También exportamos limón y vamos a vender jugo envasado a las islas del Caribe porque en esa región no cultivan cítricos”.
En las próximas semanas, la Acison le enviará tres contenedores de naranjas miniaturas a la firma Nifax de Francia para la fabricación del medicamento Daflon, que actúa en el sistema vascular (es empleado en tratamientos contra varices).
La semana pasada, antes de que los productores enviaran el primer embarque, representantes de esa compañía visitaron las fincas de Sonaguera y suscribieron un nuevo acuerdo con Acison.
Claves de la citricultura
estrategia contra HLB
merma de la producción
proyección para 25 años
Pero, al igual que otros cultivos, los cítricos también son atacados por plagas y enfermedades que en los últimos años han proliferado impulsadas por el cambio climático.
En Sonaguera y zonas aledañas, la Huanglongbing (HLB), causada por una bacteria del género Candidatus liberibacter, ha arruinado plantaciones de limón, naranja, toronja y mandarinas. Sin embargo, los productores, con el apoyo del Organismo Internacional Regional de Seguridad Agropecuaria (Oirsa) y el Servicio Nacional de Sanidad e Inocuidad Agroalimentaria (Senasa), han aprendido a contener esa enfermedad de origen asiático.
Los habitantes de Sonaguera desean aprovechar la citricultura para crear negocios relacionados con turismo.
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Los cítricos, aparte, son una fuente de trabajo para personas como Daysi Hernández, madre de cinco hijos, quien no puede encontrar un empleo formal.
“Tengo más de ocho años de vender naranjas en la calle; compro y vendo. Las 100 naranjas las vendo a L100”, compartió Hernández.