La actividad artesanal de las mujeres lencas se refleja en el acabado de cada uno de sus productos, sus manos prodigiosas transforman la tierra dándole colorido y vida a todas sus piezas.
Por años, las féminas han representado sus raíces. En estos municipios de Lempira se ha logrado mantener la tradición y un vínculo especial con la tierra, transmitiendo este conocimiento de madres a hijas.
En La Campa, una comunidad que se ubica a 20 minutos de Gracias, las mujeres invierten una buena parte de su tiempo en el trabajo de alfarería.
En cada barrio, desde tempranas horas las mujeres comienzan su faena aunque, ahora el hombre también colabora, estableciendo organizaciones que fortalecen y promueven los proyectos.
El tiempo que invierten en la elaboración de cada pieza es valioso. La transformación de la tierra comienza con la extracción del barro en los barriales o yacimientos.
La arena es otro de los materiales necesarios para dar la solidez a la mezcla, estos materiales llegan hasta los talleres improvisados que las mujeres han montado en sus viviendas.
Hay diversos estilos, formas y decoraciones.
Para valorar toda la riqueza y mantener viva las costumbres de los poblados lencas, la Cooperación Española, en coordinación con el Instituto Hondureño de Turismo, IHT, el Instituto Hondureño de Antropología e Historia y la mancomunidad Colosuca, han fundado el centro de Interpretación de la alfarería lenca.
El objetivo es rescatar, preservar y difundir el patrimonio alfarero de La Campa a través de la representación de la historia de la alfarería, la diversidad de piezas, los procesos y sistemas de producción, materiales y materias primas, técnicas y acabados, decorados e información sobre artesanas y artesanos productores de este patrimonio.
El centro fue construido en 2004, pero hasta hoy abre sus puertas para los visitantes en la zona, funciona en el antiguo colegio de la comunidad.
En él se ofrece todo el pasado, el rescate de una historia, pero lo más importante es que las alfareras muestran todo el proceso de trabajo del barro.
El local está abierto al público, hay guías capacitados para orientar en la visita a través del museo explicando el origen de cada pieza.
Lo místico y el trabajo
Lempira. Las alfareras lencas creen que el efecto de la luna contribuye en la elaboración de las piezas de barro. Si la luna es tierna o llena, piensan que es un factor influyente en la calidad.
En la entrada a La Campa, el Centro de Interpretación descubre un pasado valioso en riqueza cultural.
Utilizan el torno, pero para muchas la mejor forma de conservar la tradición del barro es la mano, la que da calor y forma a la pieza, se valora más el trabajo manual. Muy pocas se dedican a los jarrones grandes porque es mucho el tiempo invertido, según Desideria Pérez una de las productoras, que desde los 12 años trabaja el barro.
Luego del proceso de transformación, sigue la fase del horneado, la cual da el toque final a la pieza. Para dar el color, las mujeres utilizan el caolín, mezcla con polvo de yeso muy fino y la mantequilla del barro, la cual es la capa superior de barro agriado.
Estas piezas también se decoran con arcilla, dando volumen a la decoración o realizando dibujos inspirados en la flora local.