San Pedro Sula, Honduras.
Nostalgia y hasta impotencia sienten los sampedranos al observar cómo el centro de la ciudad perdió su atractivo.
“Qué pesar da ver cómo el centro, que es el rostro de una ciudad, pierde su encanto porque entendemos que no se puede reubicar a los vendedores, pero hubieran mantenido las vías que habían sido recuperadas”, dice Manuel Mondragón, un sampedrano residente en la colonia Smith.
El parque central está atestado de puestos de venta, al extremo que a muchos comercios no se puede ni ingresar.
Sitios importantes como la catedral San Pedro Apóstol están cercados. Este templo ha cerrado el portón lateral que da a la segunda calle, ya que los vendedores han instalado puestos de venta en las aceras.
Y como si eso fuera poco, hasta hamacas cuelgan de los portones del templo.
La catedral cerró uno de sus portones y las aceras están utilizándose como parqueos privados.
A vista y paciencia de las autoridades, Policía Municipal, personal de la gerencia de Transporte y Vialidad, los conductores convierten la acera de la catedral en la segunda avenida entre la uno y dos calle. La acera está sirviendo de estacionamiento, incluso cobran por hora. Los sampedranos no se explican por qué la Policía Municipal no actúa con la grúa en estos sitios, de forma paradógica lo hace en otros lugares adonde el desorden es menor.
El parque es otro de los sitios de referencia en la ciudad y está lleno de puestos de venta. La peatonal luce abandonada, además, la basura y aguas negras corren en medio de los pocos ornatos que quedan en el sitio.
La catedral cerró uno de sus portones y las aceras están utilizándose como parqueos privados.
Nadie en la Municipalidad da respuesta de lo que está pasando y los vendedores dicen que tienen derecho a vender.
LA PRENSA buscó a personal de Abastos y Mercados y no se encontraban en el lugar, pero los que estaban explicaron que tenían prohibido hablar y solo el alcalde lo podía hacer.
Sin duda, las autoridades municipales están en deuda con los sampedranos en este tema. Mientras que Glenis Mejía, párroco de la catedral, dice que es necesario que reubiquen a los vendedores en un lugar digno porque ellos también tienen derecho a trabajar.
La catedral cerró uno de sus portones y las aceras están utilizándose como parqueos privados.
Nostalgia y hasta impotencia sienten los sampedranos al observar cómo el centro de la ciudad perdió su atractivo.
“Qué pesar da ver cómo el centro, que es el rostro de una ciudad, pierde su encanto porque entendemos que no se puede reubicar a los vendedores, pero hubieran mantenido las vías que habían sido recuperadas”, dice Manuel Mondragón, un sampedrano residente en la colonia Smith.
Sitios importantes como la catedral San Pedro Apóstol están cercados. Este templo ha cerrado el portón lateral que da a la segunda calle, ya que los vendedores han instalado puestos de venta en las aceras.
Y como si eso fuera poco, hasta hamacas cuelgan de los portones del templo.
A vista y paciencia de las autoridades, Policía Municipal, personal de la gerencia de Transporte y Vialidad, los conductores convierten la acera de la catedral en la segunda avenida entre la uno y dos calle. La acera está sirviendo de estacionamiento, incluso cobran por hora. Los sampedranos no se explican por qué la Policía Municipal no actúa con la grúa en estos sitios, de forma paradógica lo hace en otros lugares adonde el desorden es menor.
El parque es otro de los sitios de referencia en la ciudad y está lleno de puestos de venta. La peatonal luce abandonada, además, la basura y aguas negras corren en medio de los pocos ornatos que quedan en el sitio.
Nadie en la Municipalidad da respuesta de lo que está pasando y los vendedores dicen que tienen derecho a vender.
LA PRENSA buscó a personal de Abastos y Mercados y no se encontraban en el lugar, pero los que estaban explicaron que tenían prohibido hablar y solo el alcalde lo podía hacer.
Sin duda, las autoridades municipales están en deuda con los sampedranos en este tema. Mientras que Glenis Mejía, párroco de la catedral, dice que es necesario que reubiquen a los vendedores en un lugar digno porque ellos también tienen derecho a trabajar.