“Los que crucificaron a Jesús pensaban ‘acá terminó todo’, pero los que creemos en él sabemos que no termina allí, sino que el término es la vida”: ésas fueron las palabras del obispo de la diócesis de San Pedro Sula, monseñor Ángel Garachana, al referirse a la procesión del Santo Entierro.
Cientos de fieles católicos revivieron el pasado Viernes Santo el descendimiento y la sepultura de Jesucristo.
“Con Jesús hemos de experimentar tantas formas de muerte, seres queridos que son asesinados, incluso muchos que no tienen ni quien los sepulte y están en la morgue porque nadie los ha recogido, pero para ellos también hay la esperanza de la vida”, expresó Garachana.
A las tres de la tarde empezó la actividad religiosa en la catedral San Pedro Apóstol con la celebración de la Palabra; luego, la feligresía pasó a la adoración de la cruz y muchos hicieron enormes filas para besar la imagen de Jesús.
La adoración de la cruz duró aproximadamente una hora. “Es un signo de ese amor a la cruz, de amor a Jesucristo que en la cruz nos redimió, que en la cruz ha dado el sentido al sufrimiento, al dolor, a la vida y a la esperanza”, señaló el obispo.
La procesión
A las 5.35 de la tarde llegó el momento esperado: la procesión del Santo Entierro. En primera fila, varios niños portaban carteles con mensajes bíblicos.
Seguidamente, miembros de la iglesia llevaron imágenes de San Pedro Apóstol, San Juan, la Virgen de la Piedad, el Señor en el huerto, la Dolorosa y otros.
“Que la sepultura, la muerte no nos dé tal miedo que no sepamos vivir; al contrario, sepamos vivir de tal manera que muramos con dignidad y sobre todo con esperanza”, manifestó Garachana.
Sobre el mensaje de la muerte de Jesús en la cruz, monseñor dijo que “tanto vale la vida de cada persona que Dios nos dio a su hijo. Entonces amemos, cuidemos y respetemos la vida desde ahorita porque así alcanzaremos la plenitud de la vida, en lo que llamamos la vida eterna, la vida con Dios”.
No hubo obstáculos para los fieles; muchos fueron con sus hijos en coche y hasta sus mascotas, otros con bastón en mano o en sillas de ruedas. Para ellos, el sacrificio valió la pena; “fue mayor el que hizo el Señor al morir en la cruz”, dijo Bertha Castillo.
Para Virgilio Urrutia, quien carga la imagen de la Piedad desde hace 18 años, este acto es “algo sublime porque el Señor muere y va a los cielos”.
Mientras, tanto para Juan Diego Mejía, la fiesta más grande es el Sábado Santo con la resurrección de Jesús. “Hay que resucitar con Él a una vida nueva”, señaló Mejía.
Decoran con alfombras
Mientras cientos de fieles avanzaban en la procesión del Santo Entierro, otros terminaron de elaborar las alfombras de aserrín para decorar las calles por donde pasarían las imágenes.
La familia Carbajal Padilla fue una de las que participaron en este evento. Llevan cinco años de hacer alfombras.
“Es una expresión de fe de nuestra familia y nos une porque en esta época nos reunimos todos para trabajar en esto”, expresó Jimmy Carbajal.
Como la familia Carbajal Padilla, otros ciudadanos dieron esta muestra de fe y talento en las calles de la ciudad.
Fervor religioso en calles de la capital
Tegucigalpa. Por las calles del casco histórico de la capital, al son de las marchas fúnebres, miles de católicos acompañaron la imagen inerte del hijo de Dios hasta su última morada. La dolorosa escena bíblica del Santo Entierro fue padecida intensamente por cada participante en las estrechas avenidas donde tuvo lugar la procesión.
El solemne acto empezó en la catedral, siguió por la antigua Casa Presidencial y por la avenida Cervantes, hasta El Arbolito, y finalizó pasadas las once de la noche en la capilla del Sepulcro en la iglesia El Calvario.
Una vez más, los Caballeros del Santo Entierro se destacaron entre la multitud al cargar en sus hombros la imagen de Jesús.
Este año, en el anda en que yacía el cuerpo inerte de nuestro Señor había un carro de fuego con caballos de fuego, espectáculo que volvió más impresionante la noche.
El tema se basó en la lectura bíblica: “He aquí que apareció ante ellos un carro de fuego con caballos de fuego... y Elías subió al cielo en un torbellino”, de Segunda de Reyes 2:11. El anda era seguida por una procesión de imágenes religiosas del siglo pasado, como la Verónica, la Dolorosa, María Magdalena, San Pedro y José de Arimatea. Las coloridas alfombras de aserrín que fueron un milagro de la fe católica le dieron colorido y majestuosidad al camino.