24/11/2025
11:14 PM

Agricultor compra terreno y produce oxígeno para la aldea

Tiene limitaciones económicas, pero adquirió hace tres años 15 manzanas de tierra para proteger el bosque Promueve el avistamiento de aves entre los niños de la comunidad.

SANTA BÁRBARA.

En las zonas rurales de Honduras, muchos agricultores anhelan una parcela para cultivar maíz, frijoles o café, luego cosechar y obtener dinero, pero Leonel Chávez ha roto esa lógica individualista: compró un terreno para producir oxígeno y compartirlo con la comunidad.

Hace tres años, adquirió un terreno de 15 manzanas en las faldas del Parque Nacional Montaña de Santa Bárbara con la idea de evitar el avance de la agricultura, preservar árboles antiquísimos, conservar el refugio de quetzales, colibríes esmeralda, orquídeas y garantizar la producción de oxígeno.

Aves migratorias.Decenas de especies provenientes de América del Norte llegan al parque nacional a buscar refugio y alimentos.
“Compré el terreno con un hermano para proteger el bosque, el sueño de nosotros es tener más árboles. El documento que hice no permite otros usos de esta tierra, ni a mis hijos”, dice. “Construí una cabaña y le puse Casa de Aves El Cedral para que cualquier persona la visite y hasta pueda hacer estudios”.

Los árboles que se encuentran en este terreno, según le han explicado algunos expertos, “tienen mil años de edad y le pueden dar el oxígeno a una ciudad grande como San Pedro Sula”.

Los habitantes de El Cedral recuperan tierras para reforestar con el propósito de ampliar el área de bosque.
“En 1987, el Gobierno declaró esta montaña parque nacional, pero ha estado amenazada por la agricultura. La ley dice que no podemos sacar ni una rama arriba de los 1,800 metros, de 1,700 hacia abajo podemos hacer cualquier actividad agrícola”, dice.

En los últimos 15 años ha sido uno de los líderes comunales más influyentes que promueven la protección de este bosque nublado ubicado contiguo al Lago de Yojoa: la junta de aguas, de la cual forma parte, la Municipalidad de Las Vegas y la aldea han logrado comprar más de 50 manzanas de tierra para forestar y ampliar el radio del parque nacional.

En diciembre, durante la noche, en esta montaña baja la temperatura a 8 grados celsius.
Chávez, también vocal primero del patronato, y otros miembros de la aldea han puesto a disposición de los productores de café, 27,000 árboles para que los planten en sus fincas con la intención de mitigar los efectos de dióxido de carbono. “La mayoría espera que alguien haga algo por el planeta, cuando todos debemos actuar, el planeta es de todos. He escuchado en las noticias que ocupan $30,000 millones contra el calentamiento global, pero eso no viene a las comunidades”, critica.

De hábitos modestos, este agricultor va mucho más allá de promover la recuperación del bosque, le enseña a los niños a descubrir y valorar la dinámica de la flora y fauna nativa y migratoria “porque de eso también depende nuestra vida”.

Foto: La Prensa

Chávez tomó algunas de estas fotos (las aves y las orquídeas).
“Con los niños salimos a observar aves. Les enseño cuáles son las residentes y migratorias. Contamos con unas 35 especies, entre ellas el quetzal. Esta es un ave que debemos conservar, para los mayas y lencas era algo sagrada. “En la parte más alta del parque tenemos unas 150 especies de orquídeas”, dice.

Chávez, por no tener suficientes recursos económicos, carece de cámaras fotográficas y telescopios adecuados para observar aves; posee solo unos binoculares que le presta (por turnos) a los niños. Cuando no está en el bosque o realizando actividades personales, con los habitantes de El Cedral trabaja en la eliminación de residuos, principalmente el plástico.

“Trabajamos en la eliminación de la basura, ya manejamos bien el 70%. La enterramos para que no vaya a parar al Lago de Yojoa. El año pasado enterramos unos 3,000 quintales y ahorita queremos enterrar unos 50,000 sacos”, dice.

Chávez le ha demostrado a los habitantes y a los niños que el plástico es uno de los materiales que más demoran en degradarse. Hace poco les enseñó “bolsas de churros enterradas hace unos diez años”.