En las zonas rurales de Honduras, muchos agricultores anhelan una parcela para cultivar maíz, frijoles o café, luego cosechar y obtener dinero, pero Leonel Chávez ha roto esa lógica individualista: compró un terreno para producir oxígeno y compartirlo con la comunidad.
Hace tres años, adquirió un terreno de 15 manzanas en las faldas del Parque Nacional Montaña de Santa Bárbara con la idea de evitar el avance de la agricultura, preservar árboles antiquísimos, conservar el refugio de quetzales, colibríes esmeralda, orquídeas y garantizar la producción de oxígeno.
| Aves migratorias.Decenas de especies provenientes de América del Norte llegan al parque nacional a buscar refugio y alimentos.
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Los árboles que se encuentran en este terreno, según le han explicado algunos expertos, “tienen mil años de edad y le pueden dar el oxígeno a una ciudad grande como San Pedro Sula”.
| Los habitantes de El Cedral recuperan tierras para reforestar con el propósito de ampliar el área de bosque.
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En los últimos 15 años ha sido uno de los líderes comunales más influyentes que promueven la protección de este bosque nublado ubicado contiguo al Lago de Yojoa: la junta de aguas, de la cual forma parte, la Municipalidad de Las Vegas y la aldea han logrado comprar más de 50 manzanas de tierra para forestar y ampliar el radio del parque nacional.
| En diciembre, durante la noche, en esta montaña baja la temperatura a 8 grados celsius.
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De hábitos modestos, este agricultor va mucho más allá de promover la recuperación del bosque, le enseña a los niños a descubrir y valorar la dinámica de la flora y fauna nativa y migratoria “porque de eso también depende nuestra vida”.
Chávez tomó algunas de estas fotos (las aves y las orquídeas).
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Chávez, por no tener suficientes recursos económicos, carece de cámaras fotográficas y telescopios adecuados para observar aves; posee solo unos binoculares que le presta (por turnos) a los niños. Cuando no está en el bosque o realizando actividades personales, con los habitantes de El Cedral trabaja en la eliminación de residuos, principalmente el plástico.
“Trabajamos en la eliminación de la basura, ya manejamos bien el 70%. La enterramos para que no vaya a parar al Lago de Yojoa. El año pasado enterramos unos 3,000 quintales y ahorita queremos enterrar unos 50,000 sacos”, dice.
Chávez le ha demostrado a los habitantes y a los niños que el plástico es uno de los materiales que más demoran en degradarse. Hace poco les enseñó “bolsas de churros enterradas hace unos diez años”.